La mujer de las dos caras II:

Club Тринадцать:

Bajé las escaleras, dejando la sala VIP como un demente.

Sorteé la multitud de personas danzantes y sudorosas, llegando hasta el cretino que se restregaba contra el culo de mi esclava.

De un puñetazo lo aparté, y mis hombres se lo llevaron rápidamente, sin embargo, la muy puta no pareció darse cuenta. Saltando y brincando como poseída, meneando la cabeza y despeinándose toda.

Regresó a mover el culo y con una sonrisa cínica noté que se le había puesto más grande, más gordo, no sé. Comenzó a restregarse contra mí, como lo haría una perra en celo y me dieron unas ganas enormes de estrangularla allí mismo. Pero entonces, pensé en una venganza aún mejor, y me entretuve acariciando la tela de mi vestido con mis dedos a la altura de sus muslos.

Metí la mano por debajo del dobladillo de su vestido y supe que hasta sus muslos estaban mojados.

No pude contener el murmullo que salió de mi boca.

Pero me propuse andarme con cuidado, si la niñata descubría que quién le rosaba el c
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