Eván:
—¿Me has traído lo que necesito?- interroga temblorosa y agresiva, la mantienen encadenada de un tobillo en esta pequeña habitación, pero tomo la llave y la libero.
Se viene sobre mí, besándome con desesperación, mordiéndome con ansias y sollozando al descubrir el bulto en mi pantalón.
—Por favor, necesito mi dosis…yo…- jadea, y me empuja a la silla, sentándose sobre mi a ahorcajadas y poniéndome las tetas en la cara.
Aprieto sus nalgas en mis manos, gozando lo duras y firmes que son.
Tiro del elástico de su top con los dientes y ella se revuelve inquieta.
—Te daré tu dosis después de que me venga dentro de ti.
Gime, y se desnuda con rapidez, se mueve a bajarme el pantalón, metiendose mi verga completa, moviéndose a montarme, apretándome en su resbaladizo interior y yo me aferró a sus tetas, mamando los gruesos pezones que me pertenecen.
¡Mía!
Ella jadea, trazando círculos con sus caderas, y mirándome con esos ojos cargados de la más oscura y pecaminosa brujería.
Me muevo, con