Orión
Una suave voz femenina que no reconocí llegó a mi oído desde atrás de mí, como un susurro etéreo que se colaba en el silencio. Las palabras que pronunció helaron mi sangre, envolviéndome en una sensación gélida y sobrenatural.
—Esto no es real, despierta Alfa —me susurró la voz, y cada sílaba resonó como un eco fantasmal en el aire. La realidad a mi alrededor parecía desdibujarse, como si estuviera atrapado en un sueño perturbador del cual no podía escapar.
En ese instante, todo a mi alrededor se detuvo. La realidad quedó suspendida en el tiempo, como si el universo mismo contuviera la respiración. Lucas, que estaba a medio camino con una expresión de horror grabada en su rostro, quedó congelado en su lugar, capturado en un instante que se prolongaba indefinidamente.
El mundo se volvía surrealista, y la voz fantasmal resonaba en mi mente como un eco persistente. Cerré los ojos, luchando contra la sensación de irrealidad que se apoderaba de mí. La suavidad de las palabras contras