POV de HUGO
Nunca me ha gustado un silencio como este.
Había pasado más de una hora desde que Clara salió de la mansión de los Delacroix con Juan, y cada segundo que transcurría me oprimía el pecho.
Rivens dentro de mí empezaba a inquietarse, paseándose como una bestia enjaulada.
Ha tardado demasiado, Hugo. El olor a sangre puede aparecer en cualquier momento, susurró.
El reloj de la pared marcaba los segundos con lentitud, pero cada tic sonaba como un martillo golpeando mi cabeza.
Me quedé de pie en el balcón del salón, mirando hacia el bosque urbano a lo lejos. Desde aquí su sombra parecía tranquila, pero sabía que aquel lugar escondía un centenar de cosas que no lo eran, incluyendo a Juan.
—¿Por qué esa cara?
La voz suave de Erica sonó detrás de mí. No tuve que girarme para saber que estaba en el umbral, vestida con un satén gris claro.
—Pareces inquieto. ¿Por tu secretaria?
—No ha regresado —respondí con frialdad—. Voy a buscarla.
Erica soltó un suspiro entre burlón y cansado.
—Oh