POV de Clara

El camino de regreso fue absolutamente silencioso. Ni una sola palabra salió de nuestras bocas desde que Hugo me ordenó subir al coche. Me senté recta, conteniéndome para no mirarlo.

El aire dentro del vehículo se sentía denso, como si una niebla invisible oprimiera mi pecho cada vez que él exhalaba. Sabía que estaba enfadado. Y quizá… decepcionado.

Ni siquiera estaba segura de por qué me sentía culpable, si lo único que había hecho era reírme de una broma de Juan. Pero, por alguna razón, la mirada de Hugo en el bosque seguía grabada en mi mente: fría, afilada, como una advertencia que no podía descifrar.

El coche se detuvo frente a un edificio alto, pintado de gris plateado. Lo reconocí: era el lugar del que él me había hablado antes. Su residencia privada, el apartamento que —según dijo— había preparado para mí.

Pensé que todo aquello no era más que una amenaza vacía de un jefe perfeccionista, pero ahora… el edificio era real, y yo estaba allí.

—Baja —ordenó con voz cor