Leyna
—¿La última voluntad de mi padre?, ¿de qué estás hablando Volker? — vociferé como si mi vida dependiera de su respuesta. Me temblaron las manos, Volker no respondió y volví a preguntar, pero esta vez a Mario—. ¿Qué es lo que sabes, por favor dímelo? — le supliqué con la mirada y este presionó los labios. Pasó sus manos sobre mis mejillas y retiró las lágrimas que caían sin cesar de mis ojos.
—Es algo complicado y surrealista, difícil de entender y parece de cuento, pero es real, mi vida.
—Pues dímelo— sollocé mientras seguía suplicando.
—Te lo diré, pero no aquí. — Volker dio unos pasos hacia delante y me separó de Mario—. Recoge tus cosas.
Mario asintió e hice lo que mi hermano me dijo. Pese a