LII Gracias a Dios
El intenso cosquilleo que las caricias mañaneras de Isabella le provocaban acabó por despertar a Jacob.

—¿Quieres hacer ejercicio tan temprano? —cuestionó él.

Ella le repartió besos por el cuello, mientras la mano se apoderaba de su miembro, que había despertado mucho antes que él. Seductora y mimosa, se dedicó a encenderlo en el silencio de la habitación, interrumpido únicamente por sus suspiros.

—Lo bueno de estar contigo es que no tengo que ir tan seguido al gimnasio —reflexionó Jacob.

Isabella siguió con sus caricias hasta que él, sin poder aguantarse más, se le subió encima y se acomodó entre sus piernas. Tan lista como él, recibió su dureza con un suave gemido, que fue intensificándose a medida que los movimientos de Jacob también lo hacían. La embestía con rapidez, atento a sus ojos adormilados, perdidos en el mejor de lo sueños. Hasta ahora no le había hablado ni una sola vez.

—¿Estás despierta? —preguntó entre risas.

Ella respondió con gemidos y lo atrajo para besarlo. Lo
NatsZ

Matilde por fin ha aparecido y los misterios de su desaparición empezarán a revelarse.

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