INVIERNO.

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El otoño, después de cumplir con su trabajo, finalmente decidió retirarse, cediendo su lugar a la estación más fría de todas.

El invierno había llegado, imponente y absoluto, tiñendo de blanco cada rincón del paisaje. No era una estación que dejara lugar a la indiferencia; o la amabas por su pureza y tranquilidad, o la odiabas por su dureza y letargo.

Con su llegada, también se aproximaba el final del año. Una vez que el invierno terminara, un nuevo ciclo comenzaría, sumándose al calendario imperial y marcando el reinicio de nuestras festividades y tradiciones.

Desde mi lugar en el carruaje, observaba el entorno a través de la ventana. Montañas cubiertas de nieve se alzaban majestuosas en el horizonte, mientras los árboles parecían dormidos bajo el manto helado que los recubría. Todo a nuestro alrededor era blanco, inmaculado,