Inicio / Hombre lobo / Guerra de sombras / 7. Los secuaces de Sebastián vinieron a por mí
7. Los secuaces de Sebastián vinieron a por mí

El entrenamiento con Logan esa noche fue... revelador.

Mi conocimiento sobre combate vampírico provenía completamente de películas, lo cual, según Logan, era optimistamente inútil.

—Primero —dijo mientras caminábamos por una calle vacía en el Barrio Francés—, olvida todo lo que crees que sabes. Los vampiros no se convierten en murciélagos, no duermen en ataúdes, y definitivamente no brillan al sol.

—¿Qué pasa con el sol entonces?

—Los debilita. Los hace más lentos, menos fuertes. Pero no los mata instantáneamente.

—¿Y las estacas de madera?

—Funcionan, pero tiene que ser en el corazón, y tiene que atravesarlo completamente. Un rasguño en el pecho no va a hacer nada excepto molestarlo.

Logan me entregó una estaca de madera con punta de plata.

—¿Por qué plata?

—Causa más daño, cicatriza más lento. Como balas de plata para hombres lobo.

—¿Las balas de plata realmente os matan?

Logan sonrió de lado. —A nosotros sí. A los vampiros, no tanto. Pero duele mucho y los ralentiza.

Pasamos la siguiente hora practicando movimientos básicos de defensa. Cómo escapar si alguien me agarraba por detrás. Cómo usar el entorno urbano como ventaja. Dónde golpear si no tenía armas.

—Los vampiros son rápidos —explicó Logan—, pero dependen de fuerza bruta y velocidad. Si puedes hacerlos tropezar o confundirlos, tienes una oportunidad.

—¿Una oportunidad de qué? ¿De huir?

—Idealmente, sí. El objetivo nunca es pelear con un vampiro mano a mano. El objetivo es sobrevivir hasta que llegue ayuda.

—¿Y si no llega ayuda?

—Entonces improvisa y reza.

Muy reconfortante.

Estábamos practicando cómo usar una estaca correctamente cuando Logan se detuvo súbitamente, oliendo el aire.

—¿Qué pasa?

—Vampiros. Tres de ellos. Acercándose rápido.

—¿Es esto parte del entrenamiento?

Logan me miró con expresión grave. —No.

Tres figuras aparecieron desde las sombras entre los edificios, moviéndose con esa fluidez no-completamente-natural que había visto en Sebastián. Todos hombres, todos vestidos de negro, todos sonriendo de manera que dejaba ver colmillos.

—Logan Pate —dijo el del centro, con acento que sonaba vagamente europeo—. Y la nueva líder humana. Qué conveniente encontraros juntos.

—Déjala ir, Viktor —dijo Logan, interponiéndose entre los vampiros y yo—. Tu problema es conmigo.

—En realidad, nuestro problema es con los cambios que ella está implementando. Sebastián quiere que sepa que no aprecia la reorganización de las patrullas humanas.

—Dile a Sebastián que puede enviarme una carta de queja formal —dije, tratando de sonar más valiente de lo que me sentía.

Viktor se rió. —Tiene espíritu. Me gusta eso en la comida.

Logan gruñó, un sonido que definitivamente no era humano, si no animal.

—Último aviso, Viktor.

—Oh, no estamos aquí para matarla. Sebastián quiere que reciba un mensaje claro sobre las consecuencias de la interferencia.

Los otros dos vampiros se separaron, flanqueándonos. Logan empezó a transformarse parcialmente: sus manos se convirtieron en garras, sus caninos se alargaron, sus ojos brillaron en la oscuridad con un tono amarillo brillante.

—Corre —me dijo sin voltear a verme.

—No voy a dejarte...

—¡Corre!

Viktor atacó a Logan justo cuando yo me daba cuenta de que había sacado mi estaca sin pensar conscientemente en ello. Uno de los otros vampiros vino hacia mí, moviéndose demasiado rápido para ser humano pero no tan rápido como esperaba.

Recordé lo que Logan había dicho sobre usar el entorno. Cuando el vampiro se acercó, me moví hacia un lado y usé un poste de luz para bloquear su trayectoria. Se estrelló contra el metal con un sonido satisfactorio.

El tercer vampiro reía mientras Logan y Viktor luchaban. Logan estaba sosteniendo su propia batalla, pero dos contra uno no eran buenas probabilidades.

El vampiro que había golpeado el poste se recuperó más rápido de lo que esperaba y me agarró por el brazo. Su agarre era como tenaza de acero.

—Buenos reflejos —dijo—, pero no suficientemente rápidos.

Y antes de que pudiera contraatacar, hundí la estaca en su pecho de una.

No fue tan dramático como en las películas. No hubo gritos épicos o explosiones de luz. Solo se quedó muy quieto por un segundo, me miró con sorpresa, y luego se desplomó.

Muerto.

Yo había matado a alguien.

Vomité inmediatamente.

Logan aprovechó la distracción para ganar ventaja sobre Viktor, y el tercer vampiro decidió que dos compañeros muertos/heridos no valían la pena el mensaje. Se esfumó en las sombras tan rápido como había llegado.

Viktor se las arregló para escapar también, pero no antes de que Logan le diera algunos rasguños que tardarían en sanar.

—¿Estás bien? —Logan preguntó, acercándose mientras se transformaba de vuelta a forma humana.

No estaba bien. Para nada. Temblaba, tenía náuseas, y seguía mirando el cuerpo del vampiro que había matado.

—Es normal —dijo Logan suavemente, poniendo una mano en mi hombro—. La primera vez siempre es horrible.

—¿Se vuelve más fácil?

—No. Pero aprenderás a vivir con ello.

—¿Cómo?

—Recordando por qué lo hiciste. Recordando a quién estabas protegiendo.

Nos quedamos ahí por unos minutos mientras yo trataba de procesar lo que había pasado. Había matado a alguien. Sí, había sido en defensa propia, sí, había sido un monstruo que probablemente había matado a docenas de inocentes, pero aún así... había matado a alguien.

—El mensaje fue recibido —dije finalmente.

—¿Cuál mensaje?

—Que Sebastián puede llegar a mí cuando quiera. Que puedo entrenar todo lo que quiera, pero al final del día, soy solo humana contra cosas que son más fuertes y más rápidas que yo.

Logan me ayudó a levantarme.

—Pero también recibiste otro mensaje.

—¿Cuál?

—Que puedes defenderte. Que cuando es necesario, puedes hacer lo que hay que hacer.

Miré el cuerpo otra vez. —¿Eso se supone que me haga sentir mejor?

—Se supone que te haga sentir preparada.

Logan me pasó un brazo por los hombros mientras caminábamos de vuelta hacia donde habíamos dejado su motocicleta.

—Piper.

—¿Sí?

—Luchaste bien hoy. Harold habría estado orgulloso.

No sabía si eso me hacía sentir mejor o peor, pero agradecí que me lo dijera.

Mientras nos alejábamos de la escena, no pude evitar pensar que mi semana de evaluación acababa de volverse mucho más complicada. Y mucho más peligrosa.

Pero también no pude evitar notar que cuando Logan puso su brazo alrededor de mí, me sentí segura por primera vez desde que todo esto había comenzado.

Y eso, probablemente, debería preocuparme tanto como todo lo demás.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP