Capítulo 44. La Tormenta y la Calma.
Amelia lo miró, el shock inicial transformado en una rabia helada que se negaba a ser contenida. Las palabras de Noah, su ultimátum, habían destrozado la frágil confianza que apenas comenzaban a construir. Enzo, sintiendo el peligro, optó por la retirada.
—No sé qué demonios te pasa, Noah, pero te has pasado de la raya —dijo Enzo, su voz menos desafiante y más cautelosa—. Me voy. Esto no es asunto mío.
Enzo se dio la vuelta rápidamente y salió de la mansión, dejando la puerta abierta tras él. Arturo, inmovilizado por la escena, permaneció en su lugar, con la mirada clavada en el suelo.
Noah ni siquiera miró a Enzo. Sus ojos estaban fijos en Amelia, furiosos, heridos.
—¿Que me he pasado de la raya? —La voz de Noah era un rugido contenido, apenas un susurro peligroso—. ¿Tú te atreves a decirme eso, Amelia? ¿Después de lo que hicimos ayer? ¿Después de que te confié algo tan personal sobre Mía y Jack? ¿Después de que te abrí una parte de mí que no le muestro a nadie?
Amelia sintió el temb