Capítulo 37: Confesiones Interrumpidas.
La confesión de amor en el estudio había dejado a Noah atormentado. Necesitaba hablar, necesitaba a Jack.
Sin importar la hora, el impulso lo llevó a conducir por las calles nocturnas de Boston hasta el apartamento de su único amigo. Con su carácter gruñón, pocos se atrevían a acercársele, pero Jack siempre había sido la excepción.
Noah golpeó la puerta con una impaciencia inusual. La espera se le hizo eterna, cada segundo cargado de la revelación de sus sentimientos por Amelia.
Cuando la puerta finalmente se abrió, Noah se quedó petrificado. No era Jack. Era Mía, su hermana, y vestía solo una bata de seda que dejaba poco a la imaginación.
Su cabello estaba revuelto, y su mirada, somnolienta al principio, se transformó en puro pánico al ver a su hermano.
La confusión de Noah fue reemplazada instantáneamente por una furia colosal.
—¿Mía? —Su voz era un gruñido bajo, peligroso—. ¿Qué demonios haces aquí? ¿Y en esas fachas?
Mía palideció, su boca se abrió y cerró sin emitir sonido. Parec