Capítulo 36: El Estudio Iluminado por la Pasión.
El clic metálico de la cerradura resonó en el estudio, un sonido pequeño pero cargado de intenciones. Amelia observó a Noah, su corazón martilleando contra sus costillas.
Él no dijo nada, solo la miró, sus ojos oscuros, intensos, despojados de la frialdad de la mañana. La distancia entre ellos se sentía ahora como una burla.
Noah dio un paso, luego otro, acortando el espacio. Su mano se alzó, sus dedos rozando la curva del cuello de Amelia, deteniéndose justo debajo de su oreja. La suavidad de su tacto la erizó.
—Amelia… —murmuró Noah, su voz ronca, apenas un hilo de sonido. La palabra era una súplica, una confirmación.
Ella, a su vez, se atrevió a apoyar sus manos en su pecho, sintiendo el latido furioso bajo la tela de su camisa.
—Noah… —respondió, su aliento entrecortado. La tensión era casi dolorosa, deliciosa.
Él se inclinó, su aliento cálido rozando sus labios. Los ojos de Amelia se cerraron, anticipando el contacto. Y luego, sus bocas se unieron.
No fue el beso impulsivo de la