Capítulo 21: La Verdad.

Las últimas luces de la tarde se aferraban al horizonte, pintando el cielo de tonos rojizos y lívidos.

Las bolsas de compras, repletas de ropa nueva y de diminutos atuendos para bebé, llenaban el asiento trasero del coche, testigos mudos de una jornada inusual. Amelia miró a Noah, la urgencia tiñendo su voz.

—Debemos decirles ya lo que sucede, Noah —dijo, la determinación en su voz. Señaló las bolsas—. Especialmente a mi tía y a la señorita Mía. Mira todo lo que hemos comprado, ya no puedo seguir ocultándoselo a mi tía.

Noah asintió, su rostro adoptando un semblante grave, el magnate volviendo a tomar el control.

—Vamos ahora mismo a la mansión. Mía tenía una reunión en casa con el comité de damas de la alta sociedad, y es posible que tu tía siga allí. Alma me dijo que tenía mucho trabajo.

Amelia lo miró, sorprendida por su conocimiento de los detalles.

—Siempre sabes todo.

Noah no respondió a la ironía. Su mirada era penetrante, su voz firme.

—Vamos ahora —dijo, y la autoridad en su
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