Capítulo 47: Celos y envidia.

— Buenos días señor Benedetto. — saludó Victoria con una sonrisa a su jefe.

— Oh no, no me llames señor, no soy tan viejo, no me hagas sentir que, si lo soy, por favor, llámame Angelo, a cambio te llamare Victoria, solo no se lo digas a Lorenzo, me gusta mi cabeza justo donde se encuentra. — dijo entre risas el hombre rubio.

Victoria sonrió a cambio, sabía que Lorenzo podía llegar a ser celoso, recordaba aquel erótico y único baile que había hecho en el tubo del Paradise, aquel primer momento intimo entre ellos donde el apuesto tatuado la declaro como suya y deliberadamente le prohibió bailar así frente a desconocidos, asegurando que solo él podía verla de tales maneras.

Un sonrojo se dibujó en sus mejillas, aunque la idea de los celos no la animaba demasiado, de alguna manera retorcida le gustaba aquel sentimiento de dominio sobre ella, Lorenzo era un hombre bravo e imponente, un perfecto seductor completamente fogoso y dominante en la cama, pero, lo suficientemente sensible con ella
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