—Mamá, ¿Por qué me llevas a ver a otro señor?, ¿Cuándo voy a conocer a mi papá? — cuestionaba una hermosa niña de cabellos rubios y ojos azul zafiro, a su madre que la miraba a cambio con frialdad.

Ginevra sonrió, su hija era la mejor arma que tenía para recuperar a Lorenzo y dejarle bien en claro a Victoria Bianchi cuál era su lugar. Su hija tenía ya siete años, pero al ser tan pequeña y frágil fácilmente podía hacerla pasar por la hija perdida del apuesto mafioso; aquel hijo o hija que había nacido gracias a una inseminación artificial aun no aparecía, y gracias a Laurent los agentes que Lorenzo tenía en Estados Unidos investigando el paradero de la mujer que dio a luz a su heredero, estos habían recibido falsa información en donde ella se revelaba como quien recibió su donación de esperma.

La mujer que apareciera con el hijo o hija verdadero de Lorenzo, iba a desaparecerla en el momento adecuado junto a aquel vástago. Nada podría salirle mal.

Agachándose a la altura de su hija, Gin