— Yo nunca, nunca he presionado un botón para matar a un inocente y que mi amiga se salvara de la ejecución.
Mierda. Mierda. Mierda.
Con eso tenía cuatro dedos abajo. Tenía que deshacerse de alguien rápido o estaba en serio peligro, un dedo más y estaba fuera.
Se dio cuenta de que su apuesta más segura era atacar al chico, así que…
— Yo nunca, nunca he mantenido mi orientación sexual en secreto o mentido al respecto.
Ese no era un tema que se sintiera a gusto usando a su favor, pero después de todo el juego se trataba de dar golpes bajos y su situación ya era bastante precaria. Tenía que agarrarse de donde pudiera y no había mucho que pudiera decir sobre dos personas a las que conocía tan poco.
Ahora, si uno de los dos tenía que bajar otro dedo, moriría.
Podía escuchar el violento latir de su