Al anochecer, las dos se alistaron en los diez minutos indicados y salieron al pasillo tomadas de la mano.
El vampiro que dirigió al grupo a través de las escaleras y corredores era nada más y nada menos que el atractivo joven de cabello obscuro y ojos grises con el que había conversado en la biblioteca ya dos veces. Notó que su mirada se detuvo por un momento en sus dedos entrelazados y frunció el ceño en un claro gesto de reprobación.
Alana le sostuvo la mirada por un momento y asintió levemente con la cabeza, como si quisiera expresar que había entendido su mensaje, pero eso no significaría que iba a hacerle caso, no en esto. Quizás Bruno lo comprendió, pues sacudió la cabeza antes de devolver su vista al frente y continuar con el recorrido sin volver a fijarse en ellas.
No la soltó hasta que llegaron al patio y se formaron. Había una sola fila de cinco personas.
En cuanto estuvieron formados y en orden, la muñeca malvada subió al podio.
—
¡Hola! ¡Ya llegamos a la semifinal! Mientras nos acercamos al final de esta historia, te recuerdo que puedes dejarme tu opinión en los comentarios o contactarme en redes sociales, me encuentras en todas como Reila Gray.