El frío de noviembre cala en los huesos de Julian mientras camina por las calles de Manhattan. Hace meses que su vida se transformó en un cúmulo de ruinas, pero en esos restos ha aprendido algo que jamás habría descubierto rodeado de privilegios: la capacidad de reconstruirse desde cero.

La caída de las empresas de su padre fue brutal. Bancarrotas, demandas, empleados sin sueldos. Julian pudo haberse derrumbado del todo, pero eligió lo contrario: tomar los pedazos y levantarse. Con un pequeño equipo de confianza, fundó una nueva compañía modesta, sin lujos ni títulos rimbombantes, basada en un principio que antes ignoraba: la integridad.

Ya no contrata a alguien por un apellido ni mide a las mujeres por su cuerpo o por su sonrisa coqueta. Ahora escucha, respeta, valora la capacidad antes que la apariencia. Sus socios lo miran distinto: menos como al joven heredero Lerner y más como a un hombre que aprendió a base de golpes lo que significa liderar.

Por las noches, sin embargo, el r