Antes de subir al ascensor que los llevará a su piso en el hotel, el teléfono de Giorgia suena. Ella piensa que se trata de su padre, llamándola como lo hace todos los días cuando la jornada laboral finaliza, para pedirle un informe detallado de lo acontecido durante el día. Sin embargo, al revisar la pantalla del teléfono, Giorgia se encuentra con el nombre de Emily, su mejor amiga.
Han pasado varios días desde la última vez que hablaron, así que le alegra poder hacerlo. Sonríe y desbloquea la llamada.
—¡Hola, Em! —la saluda con entusiasmo, no solamente porque le alegra hablar con su amiga, sino porque es la excusa perfecta para evadir a Julian una vez que entren a la suite. Lo que Giorgia ignora, es que a Julian no le sorprende en absoluto la llamada de Emily y que él ya sabe cuál es la razón detrás de esa llamada. Al escuchar el nombre de la amiga de Giorgia, una de las comisuras de su boca tira en una sonrisa complacida y por las comisuras de sus ojos mira a Giorgia.
—¡Hola, Gi