Gabriele estaba en el apartamento de Luciano viendo la transmisión de la rueda de prensa, con miedo a lo que pudiera suceder. No se sentía tan valiente como había hecho creer a Luciano, pero ya no había marcha atrás. Cuando empezó la transmisión, la sala de conferencias estaba llena de gente. Luces, voces y cámaras en marcha, creaban un ambiente tenso. Luciano se mantenía de pie detrás del atril, con la espalda recta, llevaba una camisa blanca sin corbata, su rostro se veía pálido y algo cansado. Un murmullo recorrió la sala cuando tomó el micrófono y las luces lo cegaron por momentos.
—Gracias por venir —dijo con una voz que resonó en los altavoces. — Esto no es una rueda de prensa común. No vengo a hablar de cifras ni de movimientos empresariales. Quiero hablar del video que se publicó ayer, donde aparezco besando a un hombre.
La sala se quedó en silencio, y los periodistas se inclinaron un poco hacia adelante.
—En las últimas horas han dicho muchas cosas sobre mí. Me han acusado, se