~Lira~

Ni siquiera me incorporé, no me molesté en limpiarme el semen de los muslos ni en cubrir mi cuerpo destrozado, tembloroso y totalmente profanado con las sábanas. Simplemente sostuve el teléfono contra mi oreja con una mano, mirando el techo como si fuera la decepción favorita de Dios, entonces dejé que una sonrisa se formara lentamente en mi rostro.

—Oh, Dios mío —le susurré dulcemente al receptor—. Marcus. Qué sorpresa. ¿Tu pene de meñique por fin encontró señal?

Él tartamudeó, realmente tartamudeó.

Típico.

—Yo... eh... solo quería ver cómo estabas.

—¿Que cómo estoy? —Ronroneé, mi voz sonó pegajosa con falsa inocencia—. Qué dulce de tu parte, de verdad. Porque la última vez que hablamos, me llamaste inútil. ¿Te acuerdas? ¿Porque no te dejé meterme tu pene de meñique en la parte de atrás del Corolla de tu mamá después de la reunión de jóvenes?

Silencio.

Oh, solo estaba empezando.

—Bueno, adivina qué, cariño —canturreé, volteándome boca arriba con una mueca de dolor, porque mi po