~Lira~
No podía creer que acabara de soltar esas palabras. De verdad, me salieron de la boca. Palabras. En voz alta. No solo en mi cabeza, donde todo era confuso, ardiente y mal, pero a la vez tan jodidamente bueno.
Al principio ni siquiera respondió. Solo me miró fijamente. Su mandíbula se tensó. Sus manos me apretaron las caderas como si intentara no partirme en dos. Y esa mirada en sus ojos... Dios. Como si acabara de abrir una puerta prohibida que él había estado intentando no derribar a patadas. Como si hubiera cruzado la línea final y me fuera a hacer pagar por ello de la manera más sucia, más obscena y más adictiva.
Su verga se estremeció dentro de mí. Lo sentí. Cada maldito centímetro. Y algo dentro de mí se rompió. Algo salvaje. Algo oscuro. Algo que ni siquiera sabía que ocultaba hasta que ya me estaba moviendo.
Mis caderas se movieron. Apenas un poco. Justo lo suficiente. La fricción me recorrió la columna como un rayo. —Mierda —susurré, mis ojos se cerraron por un segundo—.