Capitulo 4

Henry la abrazó con fuerza, dejando a Kristin confundida; la voz de Henry temblaba contra su oído.

—Kristin… te extrañé tanto… no tienes idea del tiempo que pasé buscándote.

Pero de pronto, Kristin reaccionó, se había quedado anonada por un momento, pero al recordar por todo lo que pasó, con un impulso lleno de rabia, odio y resentimiento, lo empujó con tanta fuerza que Henry dio un paso atrás, sorprendido.

Henry miro a Kristin, que lo observaba con ferocidad.

—¡No me toques! —escupió Kristin enfurecida, sin levantar la voz.

Sus ojos estaban llenos de lágrimas —Me dejaste —continuó con una voz que temblaba de furia— Me abandonaste; ahora vienes aquí a decirme que me extrañaste… ¡Eres un cínico!... Te divertiste jugando conmigo.

Henry atonito abrió la boca, desesperado —Kristin, no sabes lo que pasó… yo te amo, nunca quise alejarme de ti, te juro que todo este tiempo te estuve buscando.

—¡Cállate, mentiroso! —lo interrumpió ella enfurecida —Me usaste para divertirte, mientras tenías una prometida... ¡Todo en ti fue una mentira! Hasta tu nombre era falso…

Kristin dio un paso atrás —Pero lo peor que me pudiste hacer —continuó con un nudo en la garganta —Fue que simplemente desapareciste... ¡Te fuiste sin decir una sola palabra!

Su voz se quebró —Ni una explicación… ni una despedida... Nada... Solo te fuiste para estar con otra mujer que resulta ser tu prometida.

Henry dio un paso hacia ella, con los ojos rojos —Yo solo te amo a ti Kristin... nunca dejé de amarte… ni un solo día, me obligaron, me separaron de ti, te explicaré todo.

—¡Basta! —gritó ella, y su voz resonó con fuerza por el silencioso pasillo.

Su mente era un caos, su corazón dolía, todo en ella estaba hecho un desastre.

—¿Y quieres que crea tus palabras? —escupió con una amarga sonrisa —Mientras te preparas para casarte con otra… ¿Vienes a decirme que me amas?...¡Eres tan cruel!

Henry tragó saliva, como si cada palabra de Kristin fuera unas afiladas cuchillas, que se incrustaban en su corazón.

—Ese compromiso… no lo elegí yo, nada de lo que ha pasado lo quise, yo te buscaba, Kristin, todos los días pensaba en ti… pensé qué.

Kristin con una fría mirada dijo —No quiero escuchar tus excusas, no después de lo que hiciste.

Henry extendió una mano hacia ella, casi suplicando —Kristin tienes que escucharme, todo lo que paso en ese entonces tiene una explicación, si me dejas explicarlo, podrás entenderlo.

Ella apretó los labios, temblando, pero ahora no podía permitirse seguir llorar amargamente, tenía un trabajo que debía cumplir, Albert puso una gran oportunidad en sus manos, no puede arruinarlo.

—No quiero saber nada de ti, ya no significas nada para mí entiendes... tampoco quiero escuchar tus explicaciones, no importa que digas, no creeré en nada de lo que digas, deberías de respetar a tu prometida, no me gustaría que el hombre con él que me voy a casar, estuviera con otra mujer —dijo fríamente.

Henry bajó la mano, como si esas palabras hubieran sido un golpe directo en su corazón.

Kristin se dio la vuelta, conteniendo las lágrimas que se acumulaban.

Y Henry quedó allí parado en medio del silencioso pasillo, con el corazón hecho pedazos.

Kristin no miro atrás, caminó con pasos rápidos por el pasillo, respiró hondo antes de empujar la puerta de la cocina. El calor de los fogones y el aroma de especias la envolvieron, devolviéndola a la realidad, tenía que seguir trabajando, tenía que fingir estabilidad.

Albert, que revisaba los platillos, levantó la mirada inmediatamente.

Se quedó desconcertado al verla, los ojos de Kristin estaban rojos, como si hubiera llorado —¿Kristin? —pregunto, acercándose con el ceño fruncido —¿Pasó algo con Hannah?

Kristin nerviosa apretó los labios y obligó a su expresión a suavizarse —No, no fue eso, todo está bien —mintió con una sonrisa torpe —Se me olvido que estaba picando cebolla antes de salir y cuando me toqué la cara, se me irritaron los ojos.

Albert la miró fijamente, por un momento, pareció no creerla… pero no insistió.

—Tienes que tener más cuidado —le dijo finalmente — Vamos, todavía nos falta terminar el banquete.

Kristen asintió con un movimiento breve.

—Sí… ya voy.

Se dio la vuelta y, mientras se lavaba el rostro en el pequeño lavadero, soltó un suspiro tembloroso, se repetía a sí misma que tenía que controlar sus emociones, tenía que trabajar.

No podía permitirse quebrarse, tenía que asegurarse un buen futuro para ella y su hijo.

Cuando volvió junto a Albert, ya llevaba el rostro firme otra vez, como si nada hubiera pasado, tomó el cuchillo, el bloque de verduras, y siguió cortando en silencio, mientras, dentro de ella, el encuentro con Henry la seguía molestando.

La noche avanzó entre aromas deliciosos y el tintinear de copas, cuando el banquete fue servido, solo quedó esperar.

Las puertas del salón se abrieron y pronto empezaron a escucharse los primeros comentarios, los invitados hablaban animadamente, elogiando el sabor.

Albert sonrió satisfecho, cruzándose de brazos.

Kristin logró sonreír también, aunque por dentro solo sentía un desgaste profundo, su mente seguía siendo un caos.

Al final del evento, Kristin solo quería irse a casa, darse una ducha y abrazar a su hijo, pero Albert se le acercó con una sonrisa amable.

—Espera un poco, quiero presentarte al amigo del que te conté —informó— Está muy agradecido.

Kristin respiró hondo y asintió, aunque solo quería cerrar los ojos un momento, Albert se fue a buscarlo y ella fue conducida a una sala de descanso privada.

Apenas se dejó caer en el asiento, el teléfono vibró, cuando contestó, la voz de su amiga sonaba agitada.

—Kristin, Thomas no deja de llorar, dice que quiere ver a su mamá, no logro calmarlo.

—Pásamelo —pidió suavemente.

La llamada cambió y la vocecita de su hijo llegó al otro lado.

—Mami

Kristin cerró los ojos con fuerza, conteniendo las lágrimas.

—Thomas, Mamá está trabajando, pero volverá en un rato, sé bueno con Hannah, ¿sí?

El niño sollozó un poco más, y Kristin solo suspiro, pero logró despedirse con cariño.

Cuando la llamada terminó, cayó un silencio profundo en la sala.

Entonces, la puerta se abrió de golpe, asustando a Kristin.

Un hombre rubio, atractivo y elegantemente vestido entró tambaleándose, con el rostro enrojecido por el alcohol, claramente venía de la fiesta.

Alzó la mirada… y sus ojos se clavaron directamente en Kristin, como si la reconociera o como si verla lo sorprendiera por completo.

Ella se levantó desconcertada, el hombre dio un paso hacia ella o  intentó hacerlo.

El cuerpo le falló y se desplomó frente a ella.

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