Ryden
—Eres el Alfa, quita la excusa, diles que Elara tiene que quedarse como el resto de los adolescentes —sugiere Lucas.
Me paso una mano por el cabello.
—Quedarse en la casa de la manada no es obligatorio. Solo los que quieren se quedan —suspiro, desearía que fuera más fácil encontrar una solución.
Lucas se encoge de hombros.
—Solo diles que quieres vigilarla, ver cómo se lleva con el resto de la manada.
Esa idea no está nada mal.
—Eso puede funcionar. Bien, la veré en el óvalo. Gracias.
Lucas asiente y me da una sonrisa.
Me levanto y me dirijo a la puerta, pero noto que él sigue parado en su lugar.
—¿Vienes? —pregunto. Tiene esa sonrisa traviesa en la cara otra vez. Gruño antes de frotarme la frente—. ¿Qué hiciste?
Lucas suelta una carcajada.
—No mucho. Tessa me estaba molestando tanto que quise darle a Elara otra oportunidad para vengarse. Las emparejé para el entrenamiento.
Lo fulmino con la mirada.
—Maldita sea, Lucas. ¿Estás intentando hacerme enojar? —espeto. No