Carmen entró al Bon Appétit una media hora antes de la hora acordada. Se sentó en la barra donde un simpático Flag la recibió con un guiño y una sonrisa.
―¿Qué le sirvo, madame? ―preguntó con cortesía.
―Un Cuba Libre, por favor ―pidió de inmediato. Necesitaba algo fuerte y dulce, algo que la relajara.
Después de casi tres semanas de la fiesta de Priscilla, habían acordado reunirse en el restaurante. La vida les había cambiado a sus amigas en un abrir y cerrar de ojos. Sonrió al recordar lo sucedido dos o días atrás, cuando en una reunión de maestros y representantes, escuchó a dos mujeres que decían ser cercanas a ellas, hablando del divorcio de Julia y especulando sobre la situación de Ana.
―Parece que Julia sacó las garras y le está quitando la mitad de todo al pobre Héctor ―susurró