14. Las cuentas no me cuadran
Lilia cerró la libreta con un suspiro cansado. El lápiz tembló entre sus dedos antes de soltarlo sobre la mesa. Había hecho las cuentas una y otra vez, pero los números simplemente no cuadraban.
El sueldo que recibía apenas alcanzaba.
Entre el pago de la renta, los alimentos, la guardería de Luna y los medicamentos que su hija necesitaba desde que nació… cada centavo ya estaba comprometido antes de llegar a sus manos.
Miró hacia la pequeña sala, donde Luna dormía en el sofá, acurrucada con su mantita favorita y su unicornio morado. Su pecho se contrajo.
¿Cómo podía fallarle?
Había días en los que el estrés se le acumulaba en la garganta como un nudo.
Las compras las hacía con calculadora en mano. Cada peso contaba. Cada promoción era una bendición.
Y ni hablar de darse gustos… su última blusa nueva la había comprado hacía más de un año. Cada centavo extra iba destinado a Luna. No había margen para caprichos ni lujos.
Andrés y María también habían sido un gran apoyo.
Para poder mudarse