Charlotte estuvo inquieta toda esa tarde, se prometió no comer nada de lo que le trajeran, guardó algo del almuerzo para dar a su bebé más tarde, pero de alguna manera resistiría la maldad de Meredith.
La mujer que había seguido a Benjamín y a su madre, la verdad tenía dotes de detective, fue muy prudente en ir a una distancia prudencial, vió la dirección exacta y se dirigió al puesto policial más cercano; era una mujer robusta, de un metro sesenta y cuatro de estatura,cabello algo desarreglado, rostro bondadoso, ojos muy brillantes y mirada astuta e inteligente, una vez allí preguntó:
— ¿Quién es el que está al mando acá?
— ¿Qué desea la señora? ¿En qué podemos servirla? — dijo un policía detrás de un escritorio.
— Necesito conversar con su jefe o si usted es, entonces será con quien hable— dijo ella.
— El jefe salió hace un momento, vendrá más tarde, si es para hacer alguna denuncia puede escribir acá y yo se lo hago saber, ahora si es algo personal, debe esperarlo— dijo el poli