Mundo ficciónIniciar sesiónAlysa le dio la espalda a Eileen; sin embargo, fue tomada de la muñeca nuevamente. La mujer lloraba desconsolada envuelta en miedo, sus intenciones eran inocentones hacia la emperatriz. Aunque no actuó de la mejor manera.
—Lo lamento... Quito su muñeca de su agarre con fuerza, viéndola con superioridad. Coraline apretó su muñeca, la tomo del hombro empujando a la mujer tropezó con la parte de atrás de su vestido cayendo a los pies de uno de los guardias. Ellos la tomaron de ambos brazos apretándolos. —Llévenla a las mazmorras, no quiero verla más en mi palacio —Sí, su majestad Alysa se alejó con sus damas, Coraline la observo de reojo haciendo una mueca de vitoria, luego fue Catalina, quien demostró compasión por la joven esclava. La dama de la emperatriz a tarida por la esclava vio en ella una inocencia singular a través de su mirada, sus ojos demostraban compasión, pero sus acciones cantaban otra cosa, lo que más deseaba Catalina en ese momento era conocer a la joven esclava. Solo que con su emperatriz tan cerca sería una tarea complicada, aunque el primer encuentro entre ellas fue un infierno, Alysa deseaba desde el primer momento demostrar quien mandaba en el imperio, en su casa, y su corte. Si algo tenía claro la emperatriz desde el momento de su llegada, es que no se doblegaría por su esposo, o por su amante, no sería igual que su madre o su suegra. Mujeres que aparentan ser nobles de corazón solo para no amargar a su marido. Los espectadores comentaban en silencio, los ojos de las ventanas fueron testigos de su pleito, al sentir los pasos de la emperatriz, se apartaron de inmediato, regresando a sus labores, Alysa había vivido por mucho tiempo estos patrones, sabían que habían hecho, y por supuesto que buscaban. —Vuelvan a sus labores, Coraline, te quedas conmigo —su voz autoritaria hizo estremecer a su dama Sin escandalo alguno ellas se aparan dejándola sola con dama, juntas caminan por los largos pasillos envueltos en lujos, siempre mostrando la diferencia entre nobleza y empleados, sobre todo el respeto seguido por actos protocolarios. En la oficina de los emperadores, Alysa ordeno a Coraline a tomar asiento, la mujer acepta sin más remedio. Ella tomo su lugar como gobernante, pero sobre todo como amiga y jefa. —¿Por qué golpeaste a esa mujer? —inquirió —La irrespeto, se igualo y la lastimo su majestad. Nadie, ni siquiera los plebeyos son dignos de alcanzarla o si quiera mirarla. —¿Es eso o hay otra razón? Coraline callo en ese momento; no respondió más preguntas relacionadas, lo único que hizo fue bajar la cabeza con vergüenza, sabía que la conversaron se tornaría más oscura, pero dentro de su corazón, su sentimiento de verdad no lo dejo. —No quiero que sufra su majestad, se lo que se siente una infidelidad, usted... se ve triste y que esa esclava de baja categoría la tocara es indignante —Golpearla no era la solución, Coraline, debes entender que fallaste en ese momento y que tus acciones no fueron las correctas, como emperatriz debo castigarte, pero como amiga te felicito, muchas gracias. —Alysa sonrió con confianza ganándose el mismo gesto de parte de su dama —¿Aprueba la violencia? —pregunto con vergüenza La emperatriz negó de inmediato, abrió los labios y antes de hablar; la puerta de su oficina fue azotada. Entraron dos guardias a la espalda del emperador. Alysa se levantó de inmediato, con el chasquido de los dedos de su esposo, ambos guardias atentaron contra la dama tomándola de los brazos. —¿Su majestad que está haciendo? —Con voz fuerte se acercó a su marido —Mi trabajo, Alysa —acerco sus labios al oído de la emperatriz —sabes que aborrezco los espectáculos bochornosos y tu dama me dio uno el cual no voy a permitir. —Yo puedo declarar sobre mi dama —Si lo hace, la despido, después de todo fui yo quien la contrato. Se quedó callada ante esa declaración, era una verdad injustificada, aun así; no dejaría que la maltrataran a la voluntad de una esclava. —Ni siquiera sabe lo que me hizo su amante —Saludar no es un delito su majestad —su tono desinteresado aborreció a la emperatriz. —¡Me estaba ahorcando Bennett! ¿Cómo puedes decir que es un saludo? —Baja la voz, que tú misma sabes que es así —la tomo del brazo acercándola a su rostro —Si vuelves a decir mentiras sobre esto, voy hacer que el castigo de tu dama sea peor, así que, cállate y no agotes la poca paciencia que tengo. Con una pequeña señal, Coraline fue llevada al calabozo si pelear, sabía que había fallado como persona, y que ante la ley del emperador no podía hacer nada. Bennett siguió a los guardias y antes de irse su esposa lo tomo del brazo con tal fuerza que lo regreso a la oficina. —¿Ahora qué quieres? —pregunto con aburrimiento —Que me trate con respeto, soy tu esposa Bennett. ¿Por qué vas a defender a una mujer que recién conoces? ¿Qué tipo de ley vas a repartir ante mis damas cuando están bajo mi mandato? Bennett la observo de reojo. —Usted no considero mi opinión para firmar una carta de uno de nuestros enemigos conociendo las consecuencias —hizo una pequeña pausa —estamos a mano emperatriz, y así como la conozco, sé que usted no se quedara cayada. Le repito, yo contrate a Coraline, es su dama, pero mi responsabilidad y así como rompió una de las reglas debe pagarlas, impartimos justicia emperatriz Bajo esa lógica del emperador, Alysa asintió con la cabeza. —Sí esa es su respuesta entonces, su amante será enviada al calabozo y se someterá a un juicio por intento de asesinato —respondió —¡¿Va a seguir con eso?! —exclamo —Usted lo dijo, y para mi fortuna tengo testigos para mantener el caso, Coraline hizo una escena, pero su amante intenso asesinarme. La ley decidirá y le aseguro que esa mujer no le convendrá. Decida su majestad Bennett apretó los dientes con soberbia, cruzo los brazos dando su ultimo veredicto: —No se preocupe tendrá una condena de agua con pan. Diez días y no pida más, si se atreve atentar contra mi amante tendremos serios problemas. —¿Va a defender a su amante hasta el final aun después de atentar contra la vida de su esposa? —Ella me hace feliz, algo que a usted se le olvido. Las palabras de Bennett perforaron su corazón, al retirarse y dejarla apretó sus labios dejando que una lagrima bajara por su mejilla, luego no las pudo contener. Fue un golpe bajo para su alma el cual se convirtió en un recuerdo vago de como su madre soportaba cada golpe de la infelicidad, infidelidad y tortura emocional, cada vez que lloraba le partía el alma, pero sufriría más, su mejor arma era olvidar. +++ Coraline fue privada de las visitas de la emperatriz o de alguna otra persona, Bennett rompió su juramentó dejando a la dama sin comida, los últimos dos días de cautiverio se le dio medio pan, y cinco gotas de agua previamente calculadas. Alysa y Bennett tuvieron días ajetreados, la solicitud de ingresar al imperio fue respondida, y ante el enojo del emperador, los preparativos para recibir al rey comenzaron, el palacio estaba circulando de maravilla y aunque los nobles que vivían en el comentaban sin saber, estos comentarios no afectaron a su emperatriz quien estaba dispuesta a cerrar negocios con ellos. Un día antes de la llegada del rey, la joven y desnutrida dama de la emperatriz fue liberada. Coraline fue bien atendida por Alysa y sus compañeras cuando salió. Estaba más delgada y con ojeras, más unas cuantas picaduras de mosquitos, la sentaron en un sofá y pidieron algunos bocadillos; solicitando a su vez la presencia del médico del palacio. —Estas muy delgada. Te ves terrible —dijo Elizabeth la tía de Catalina, que también era una de las damas de compañía de Alysa —Coraline, ¿quieres que preparemos un baño para ti?, así te relajaras mucho —Alysa acariciaba su espalda —No hace falta su majestad, usted hizo todo lo posible para que no me llevarán aun así el emperador tenía otros planes —sonrío nerviosa —Aun así, quiero que estés cómoda, señorita Elizabeth, llame a las sirvientas más cercanas, pídales que preparen un baño para Coraline en la torre tres. —Ordenó —Claro su majestad —respondió alegre Catalina sonrió cuando la orden fue acatada, le alegraba que su compañera estuviera bien, y sobre todo sana. En cuestión de segundos las ordenes de la emperatriz fueron atacadas, dos de sus damas acompañaron a Coraline, mientras que Catalina y Elizabeth permanecieron con la emperatriz. Su amiga agarro un cepillo y empezó a peinar el cabello de Alysa con suavidad mientras un recuerdo rodeo su mente, empezó a reír sin ninguna explicación llamando la atención de su compañera, pero esa risa desapareció de inmediato con las palabras de Bennett. —¿Qué es tan gracioso? —La miró con una sonrisa —No es nada, sólo recordé que cuando éramos niñas hacíamos muchas travesuras y los duques y la familia imperial siempre decían que si fuéramos hermanas nuestra relación seria la más ajena a lo dictado por la ley —el rostro de Alysa cambio de inmediato, fingió una sonrisa trayendo calma al corazón de su dama «Recuerdo que Bennett también jugaba con nosotras, pero era más tímido y miedoso cuando veía los insectos que Catalina y yo encontrábamos; se los lanzábamos sin saber que tenía una fobia con los animales pequeños» Después de quince minutos, Alysa y sus damas disfrutaron del resto de la tarde, una de ellas traía lo último en noticias por lo que el té tomo un sabor más enriquecedor, no había duda de ello. Celebraron la llegada de Coraline y no pararon de burlarse de Eileen, como novata en la alta sociedad había hecho comentarios tan imprudentes delante de los demás nobles que solamente fue objeto de burla. Aunque, la emperatriz sabia de ellos, solo algunos la dejo atónita y es que, los hombres del palacio la observaban con ojos de lujuria, llegando a los oídos de su majestad la emperatriz comparaciones vulgares entre ambas. Estos comentarios obscenos recibieron su castigo por parte de Alysa. __________________________________________________________________ Esa mañana el palacio se vistió de elegancia y formalidad para recibir al rey del Imperio De Las Bestias Divinas. Alysa estaba casi lista, llevaba puesto un vestido verde con piedras alrededor del escote, la falda era larga y un poco esponjosa, como joyas, llevaba aretes con esmeraldas incrustadas. Su cabello fue trenzado y en su dedo el anillo que representaba su matrimonio. Bennett la estaba esperando en un salón cerca a la entrada del palacio, Alysa lo tomó del brazo y caminaron juntos hasta la entrada, donde vieron el carruaje del rey, de este; bajo un hombre de tez morena, su cabello plateado brillaba con el sol. —Bienvenido al imperio de Melione, rey Adrián —saludo Bennett con una sonrisa en los labios —Gracias, emperador Bennett — se llevó la mano al pecho haciendo una reverencia El saludo fue correspondido por los dos emperadores, en pequeño momento distrajo su mirada en Alysa —Un gusto rey Adrián —sonrió de forma amable poco después de elevarse nuevamente —El gusto es mío, emperatriz Pasaron al palacio donde aquel rey fue la maravilla, las mucamas del castillo lo seguían con la mirada, los ojos azules del rey, su cabello plateado y su piel atraían a las mujeres que, con un suave movimiento de sus cabezas mostraron su interés. Su vestimenta era un traje negro con pequeños pigmentos dorados, llevaba consigo un broche de oro que tenía la cabeza de un zorro y encima una corona. Alysa de vez en cuando desviaba su mirada al pecho del monarca, donde aquel broche se llevaba toda su atención. Detrás de ellos estaban los escoltas de Adrián, en medio del salón del trono, el anfitrión de la reunión se detuvo, así mismo el rey invitado. —Su majestad, reconozco la distancia entre los imperios y le suplico que descanse, una de nuestras sirvientas les indicara el camino a sus aposentos —indicó Bennett —Gracias por su hospitalidad, estaré muy complacido de descansar antes de reunirnos —con confianza en su voz logro relajar al emperador De inmediato y con un gesto, una de las mucamas atendió al rey, escoltándolo hasta sus aposentos. Bennett volvió hacia Alysa susurrándole al oído: —Ya estarás contenta —Y estaré encantada si te comportas como un adulto. Ya tienes edad para manejar asuntos imperiales La emperatriz se retira dejando a su marido en aquel frío salón, al observarla a la distancia no deja de maldecir. ________________________________________________________________________ Adrián apreciaba la vista a la que estaba expuesto en su habitación, sus escoltan cuidaban la entrada y su mano derecha ajustaba su agenda. —Su majestad, usted cree que es conveniente haber venido a este imperio —recalco Marcus organizando documentos —Ya habíamos hablado de esto, fui yo quien solicitó la visita y la negociación, no me puedo rendirme ahora que estamos en Melione —respondió —Entiendo esta parte, pero en sus planes estaba invadir otros países. Como por ejemplo Melione y sus aliados ¿Por qué de repente quiere negociar? —lo miro alzando una ceja Adrián sonrió al escuchar la pregunta —Mi inocente y confianzudo amigo, aun no podemos asegurar una unión entre imperios, si no me convencen y no me parece un imperio favorecedor, atacare. No perderé mi oportunidad; así como hace 40 años ellos intentaron atacarnos ¿Ya lo olvidaste? —giro su rostro para ver a Marcus dándose cuenta de que estaba pensativo, y con cabeza baja, pero después sonrió y con el ceño fruncido afirmó con la cabeza Siguió observando el paisaje que les propinaba el balcón, observo dos pájaros, uno era un colorín azul y el otro un ave amarilla la cual tenía el nombre de doradito tratando de comunicarse; sin embargo, una hembra de colorín azul se acercó a ellos y se quedaron sumidos en sí, el macho la miró y se alejó de ella dejándola con ave amarilla. Adrián se confundió bastante con lo que acababa de ver, esperaba un escenario más sangriento entre las aves, aunque parecían ser de especies pacíficas. Dejó de observar la ventana y se acostó en la cama, se quitó el broche que traía consigo y lo observó, pensando en lo que vio en Alysa y Bennett, una pareja perfecta la cual desbordaba amor. Así como él y su reina... recordarla era doloroso, en cuestión de segundos esa sonrisa desapareció. Al medio día Después del almuerzo se dirigieron a un salón donde disputarán sobre la alianza, Alysa se sentó al lado de Bennett. Mientras que Adrián estaba frente a ellos junto a Marcus. —¿Por qué quiere una alianza? —preguntó Bennett de forma áspera. Alysa hizo un sonido con la garganta, de inmediato cambio la pregunta: —Sabemos que ambos imperios están en una época donde las alianzas fortalecerán nuestras relaciones públicas, contribuirá con nuestros problemas y nos hará fuertes a nivel social. —Estoy de acuerdo con usted su majestad, hemos tenido roces como naciones. Conflictos silenciosos los cuales nunca llegaran a ningún punto porque son inútiles, en los últimos meses pasamos por problemas similares, los cuales podemos solucionar. —Explicó Bennett interviene. —Nuestros roces, tienen una problemática ancestral, y no creo que mantener una disputa entre nuestros problemas individuales sea el motivo de conversación. Diga su majestad ¿estaría dispuesto a firmar un tratado de paz y mantener una alianza con los Edevane? Alysa golpeo a Bennett por debajo de la mesa, el invitado del impero mantuvo su postura como monarca. —Lo hago por mi imperio, mi pueblo. Por eso estoy dispuesto a negociar con usted —la mirada de Adrián no se apartó de los ojos del emperador. —La seguridad de ambos imperios es fundamental Hubo un silencio incomodo rodeando la atmosfera del salón. el sonido de la silla de la emperatriz al levantarse atrajo las miradas de todos. —Si su majestad el rey está de acuerdo, tendremos dos charlas más para definir el futuro de esta alianza, por nuestras obligaciones imperiales tratáremos dar con la solución en un lapso de quince días. ¿Los demás están de acuerdo? —Por supuesto —contestó Adrián Bennett asintió con la cabeza sin dejar la mala cara. —Perfecto, su majestad —se dirigió a Adrián con la mirada —lo esperamos esta noche en el salón comedor. Por favor no falta —Así será su majestad. Con respeto se despidieron, menos los dos monarcas quienes no dejaron de verse mal. Alysa tomo a Bennett del brazo, Marcus se encargó de alejar la tensión entre ambos. Al estar solo, el emperador permaneció sentado con la mirada de su mujer enfadada atravesando cada parte de su cuerpo. —Deja de verme así. —Deja de actuar de una manera tan infantil. ¡No pareces el emperador! —regaño —¿Y tú sí? Me golpeaste en medio de una reunión —Estabas diciendo cosas sin sentido, te pido una cosa en esto. ¿Te cuesta tanto ser maduro? ¡Eres el emperador actúa como tal! —lo último fue un grito Un eco que resonó en la mente de Bennett, palabras que detestaba y que su esposa no sabía. Él se retira sin decir más, ella lo ignora. La línea que los mantenía unidos lentamente llega a un punto de quiebre, sin comunicación o mejor manera para expresarse ambos van perdiendo el interés que una vez sintieron el uno por el otro. Su aura se oscureció, y mientras uno tenía alguien aparte a quien amar, la otra sentía que no era suficiente, trataba de recordar desde cuando se desestabilizo, y cuando perdió razón de lo que era.






