Mundo ficciónIniciar sesión«De todas las alianzas que he hecho esta definitivamente es el la peor, debí reconsiderar mi idea y haber atacado»
Adrián camino por los pasillos del palacio, luego de una charla activa con Marcus, conversación que solo llego a una conclusión: No hay alianza Sus ojos se perdieron en la hermosa mujer ajena que platicaba con unas damas, sus ojos resplandecían y su sonrisa llamaba a la calma; sin embargo, había algo en esa mujer que no concordaba con lo que aparentaba. Un aura difícil de distinguir. —Es una mujer hermosa, pero algo la perturba —dicen que los ojos son la ventana del alma y al ver los suyos había una pequeña gota de infelicidad Siguió caminando y llegó al jardín, despejando su mente de inmediato. Había perdido a la sirvienta que le entregaron por lo que recorrer solo los callejones interminables del palacio era su pasatiempo, sin darse cuenta bajo hasta el jardín. Alzo una ceja con impresión, no sabía cómo había llegado a esa parte de la mansión, sobre todo porque conocía el camino a su habitación. Marcus debía estar preocupado por él y esperando las últimas órdenes dictadas después de su charla. Eileen escondida en uno de los pilares que sujetaban los arcos, asomaba la cabeza con vergüenza de vez en cuando atraída por el nuevo invitado, al ir alejándose la joven lo siguió por la espalda hasta ser vista por el rey. Se detuvo en seco, quedándose quieta hasta que las palabras por fin salieron de sus labios. —Hola, ¿eres de la nobleza? —le preguntó mientras se acercaba a él «¿Quién es ella? ¿Será una de las damas de la emperatriz?» —Soy solo un invitado —respondió Eileen sonrió, pero Adrián se alejó de ella, la mujer no soporto el acto acercándose más a él caminando a su lado. —Qué bueno, ¿De qué parte del imperio? ¿Tiene alguna relación con la emperatriz o con el emperador? —se fijó en el broche que traía consigo y sus ojos brillaron Mientras caminaban, Adrián parecía serio al lado de Eileen. La ignoraba ya que no era de su interés hablar con "la dama de compañía de la emperatriz" o bueno eso era lo que él creía. —Señor dígame ¿le agrada la estadía en el imperio? —freno su camino dando un paso al frente —Bueno, son muy sociables —Adrián se hizo a un lado de Eileen para pasarla, pero ella no evitó moverse —A mí me encanta estar aquí, aunque la emperatriz tenga un pésimo humor es hermosa ¿No lo crees? Además, el emperador es el hombre más amable que existe en todo el mundo —alago Era imposible no notar su felicidad con el emperador, estos actos causaron más incertidumbre en él por la manera descortés a la que se dirigía. Adrián se sintió incómodo e irritado ante su presencia, las dudas de que aquella chica fuera la dama de Alysa se iban esfumando. La emperatriz no debía tener una dama con una lengua tan larga. Los pasos de varios zapatos de tacón atrajeron la mirada de Adrián que en un momento agradeció al cielo que la emperatriz apareciera, pero al mismo tiempo se intimido por el aura fría y calculadora de la mujer. —Oiga, aun no me ha dicho su nombre, ni de qué parte del imperio viene ¿Acaso está siendo perseguido y busca la protección de la emperatriz y el emperador? —su expresión era inocente y acariciaba un mechón de su cabello. Así tendría un aspecto más vulnerable a los ojos de Adrián —Aunque la mejor para acudir a esos casos podría ser la emperatriz, creo que es la mejor opción para buscar protección, ella podrá serle de buena ayuda —pensó que sus palabras habían sido de ayuda. Lástima que no pensara antes de hablar Adrián tenía una expresión sombría, sus palabras lo enojaron y ofendieron, aquellas dudas que tenía ya habían sido resueltas, ella tenía que ser algo del emperador; sin embargo, no creía eso. Lo que vio en los emperadores era amor puro; sí ella era algo de él no creía que la cambiará tan fácil por una mujer que no pensaba en sus palabras, al analizar su vocabulario determino que nunca recibió clases de etiqueta, por lo que fácilmente se podría tratar de un plebeyo. —Oiga, ¿Pasa algo? —observo con cuidado y se dio cuenta que hablo más de la cuenta —Su majestad —nombro la emperatriz Ambos habían puesto sus ojos en Alysa. Adrián hizo una pequeña reverencia y ella la siguió. Puso sus manos en su vestido lo extendió y agacho, sus damas también hicieron lo mismo. Eileen estaba confundía «¿Por qué ella lo llamó "su majestad"? ¿No era un invitado común? ¿Realmente estoy tratando con alguien de la realeza? Sí es así, entonces él le dirá las cosas horribles que dije sobre la emperatriz. Ahora sí estoy muerta, Eileen eres una tonta» —¿Está disfrutando la estadía? —su voz era relajada y tranquila, aunque su rostro mostraba seriedad. Una ligera sonrisa hizo que Adrián también sonreirá —Su majestad, es un palacio muy acogedor y sus compañías son inesperadas —. Dijo sonriente Alysa dirigió su mirada a Eileen quien tenía la cabeza baja y parecía sería, algo andaba mal. Su imagen le recordó a la de un cachorro cuando sabía que había hecho algo malo. Aunque por la expresión de Adrián todo había cambiado a partir de que ella apareció. —Me alegra mucho que disfrute de nuestra solidaridad. Dígame ¿Fue respetado por los miembros del palacio? —con sus palabras se refería Eileen —Por supuesto, son muy amables, aunque haya tenido algunos inconvenientes. —¿Inconvenientes? —preguntó con sorpresa —Verá el palacio es muy grande y me perdí, luego me encontré con esta señorita —su expresión era seria al verla, pero al dirigir su mirada a Alysa la relajo —al principio pensé que era su dama de compañía, pero no recibí ninguna ayuda de su parte —Adrián se hizo aún lado de la emperatriz —Yo... lo... siento, no sabía que era alguien importante, yo... no lo sabía —habló bajo, Alysa la intimidó con la mirada. No quería hablar con ella porque no era su problema Pero si sus palabras ofendían al rey, tenía que intervenir como emperatriz y representante. —Catalina por favor guíe a... —sus palabras quedaron cortas, ordenó sus ideas del principio y sonrío —Eileen a su habitación. Las demás espérenme —Su plan principal era enviar a Catalina con Adrián, y ella se quedaría con Eileen —Sí, su majestad —respondieron todas Adrián entendió rápido y siguió a la emperatriz, caminaron lado a lado, por los pasillos del palacio. Siguieron hasta una pequeña habitación que era poco usada, pero estaba bien ordenada. Con muebles cómodos, algunos cuadros y encima de una pequeña mesa había bocadillos y té. Extrañado por el comportamiento de Alysa mantuvo una distancia considerable, la cual se reflejaba en su manera de mantener la postura ante una mujer, por educación no debían estar solos. —Su majestad, si desea seguir hablando sobre la alianza, le suplico que sea con el emperador Ella levanto la cabeza. —Tome asiento por favor —dijo indicando su lugar Adrián inseguro obedeció la orden de la emperatriz. —Debe estar cansado. Por favor beba un poco de té y conversemos un poco «No es apropiado de una emperatriz reunirse con un rey de un imperio enemigo, pero si no hago esto mis dudas no estarán resueltas» pensó —Es usted muy amable su majestad, pero ¿De qué quiere hablar? Sí ya dejamos ciertos temas en la negociación —bebió un poco de té sorprendido por el sabor —esto es... —Es té de Fruta Del Dragón, he escuchado que es muy bebido en su imperio ¿Le gusta? — explicó, mientras removía su té con una cuchara Adrián sonrió y pensó que sería una buena tarde. Ya que en su imperio beber este té en la tarde representaba interés. «Alysa Edevane... objetivo delicado que puedo usar a mi favor» Mientras el sol estaba descendiendo y se oscurecía ambos monarcas se quedaron en aquella sala, conversando sobre diferentes temas. Desde políticos hasta los libros que habían escrito algunos autores que contaban mitos sobre las bestias divinas. Mitos que Adrián tuvo que desenmascarar. —Qué hay de las bestias, ¿existen las místicas portadas por humanos? Se quedó en silencio, la pregunta que le hizo Alysa sobre su región lo confundieron un poco y no sabía cómo responder ante ellas, primero debía saber qué libro era el que había leído para sacar esa hipótesis —¿Qué libro dice eso? —Adrián alzó una ceja —"Bestias divinas" he escuchado que es el que más se asemeja a la cultura de su pueblo —respondió con algo de asombró al ver cómo había reaccionado —Ese libro no es del todo cierto, su majestad — suspiró decepcionado —tiene muchos fallos y sospechó que fue escrito por alguien que pisó el país, pero no sabe nada de nosotros —su voz se escuchó deprimida Por un momento pensó que no era adecuado preguntarle más, recordó que en el libro mencionaron una guerra entre las bestias divinas y los humanos. Como tal perdieron los humanos, no conocía esa historia ya que nunca se la contaron; sin embargo, no estaba segura si era cierta o no. —Su majestad disculpe mi imprudencia, pero ¿qué significa el broche que tiene en su pecho? Adrián sonrió comprometido, se quitó el broche, lo acercó y ella lo tomó. Lo estudio con la mirada acariciando los bórdese del broche y la corona. —Es maravilloso —comento en voz baja —No se impresione con objetos pequeños, majestad, hay muchas cosas por descubrir y culturas que conocer —extendió su mano para que su broche fuera devuelto y Alysa se lo entregó, entendiendo —Su majestad ¿podría decirme más sobre su imperio? —preguntó sonriendo Su curiosidad la mataba, quería saber más sobre las bestias. No se dejó llenar más del libro, solo escucho al rey y dejó que sus dudas fueran resueltas. —Bueno su majestad, nosotros tene... —sus palabras quedaron cortas por una interrupción Bennett que había llegado sin previo aviso se acercó a ellos con una mirada calculadora y posesiva. Alysa y Adrián se levantaron respetando la presencia de Bennett. Ambos hombres hicieron una reverencia. La tensión entre ambos era asfixiante, sus ojos demostraban odio, los del emperador ocultaban un sentimiento xenofóbico racista hacia el rey, el cual no lo supo disimular, se elevó en un sentido superior, dominante. El silencio gobernó el salón, y la incomodidad acaricio las puertas de la emperatriz. —No se tome libertades que no le corresponden rey Adrián —Puede estar tranquilo su majestad, me gusta ganarme lo que quiero —observo de arriba abajo —no robarlo Antes de que pudiera responder, uno de los sirvientes intervino en la conversación. —Sus Majestades, los invito a para al ...—sus palabras quedaron en el aire, él sirviente se tensó al verlo haciendo una reverencia —En un momento seguimos, gracias —respondió Alysa Adrián fue el primero en salir, a la única que observo con admiración fue a la emperatriz, ante esa mirada, Bennett la tomo del brazo con fuerza. —No sé qué planeas, pero ten algo de respeto. Respétame, respétate y respeta al imperio —sus palabras sonaron como un veneno en su oído —Aquí el único que no tiene respeto eres tú —su veneno, sus palabras —me lo pides a mí cuando deberías verte al espejo —soltó su brazo y camino enojada, apretaba sus manos y recordaba sus palabras Aquellas palabras solo eran la comida del monstruo en su interior, que podía salir en cualquier momento y darle lo que sentía al respecto. Solo un día de la llegada de Adrián y ellos no podían dejar de pelear. Si seguían así sería una vergüenza, tenían que disimular. Aunque con Eileen en medio su reputación como pareja perfecta se había perdido. Solo tenía una cosa en cuenta, debía investigar más sobre las relaciones entre Melione, y el Imperio De Las Bestias, ese comportamiento no era normal ____________________________________________________________________ En su habitación Adrián y sus escoltas estaban sentados en una pequeña sala, Marcus les había pedido que investigarán el lugar con cuidado. —Y bien, a qué nos estamos enfrentando —Adrián con una pierna encima de la otra, una mirada fría y calculadora y su cabeza reposando en su mano que estaba formando en puño —¿Qué saben sobre los Edevane? —preguntó —No mucho —respondió un castaño —sabemos que de verdad están interesados en la negociación o al menos la emperatriz, el emperador parece no agradarle mucho la idea —concluyó —Yo sé que el emperador tiene una amante. —¿Una amante? —Preguntaron todos en coro —Así es, es una pelirroja; si mal no recuerdo su nombre era Eileen. Es bonita como la emperatriz, pero dicen que sus origenes son humildes. —¿Esclava? —Pregunto Adrián El escolta asintió con la cabeza, una ligera sonrisa se dibujó en los labios del rey, estaba tentado atacar, ahora sabia como hacerlo. —Su majestad, le recomiendo descansar y pensar más sus siguientes movimientos, estamos a un paso de ser desterrados de este imperio —dijo Marcus —Tranquilo, voy a contenerme mientas él no me busque seguiré en mi puesto, si se pasa de listo asegúrate de adjuntar a Melione como parte de mi colección. La puerta de su habitación fue tocada y por debajo le entregaron una carta, se acercó al sobre y en la parte de atrás el nombre del rey escrito en cursiva. ________________________________________________________________________ Alysa escribía otra carta de tres hojas dirigida a Bennett, el último párrafo era fundamental, antes de firmar. "No sé qué buscas, no sé qué quieres. Solo me gustaría que entendieras lo importante que es esta negociación para el imperio y para nosotros; busquemos la forma de entendernos y que la amante que tienes no sea un inconveniente para esto, necesito a mi marido como emperador, no como un niño que a parienta. Descansa" Un pequeño mensaje que significaba mucho. Al terminar firmó la carta y se la entregó a un sirviente. —Su majestad, su majestad el emperador está con su amante y pidió no ser molestado ¿Aún quiere que entregue esta carta? —sus palabras fueron como un balde de agua fría para ella —Sí, entréguela —Dijo desanimada, fría y seria En frente de la puerta, sudando sobre sus actos y pensando en la reacción de Alysa dejó la carta debajo de la puerta. Por la mañana al despertar, Bennett se estaba vistiendo para atender su imperio junto con la mujer que había desposado. Eileen le dio un beso en la mejilla mientras él ajustaba una de sus mangas. —Amo como te ves en los trajes Ella solo llevaba puesta una bata de seda fina la cual solo la cubría hasta cierta parte de las rodillas. Bennett la abrazó y acarició su mejilla con suavidad —Eres la luz que ilumina mis días —mencionó con un leve rubor en sus mejillas El corazón de Eileen latió fuerte, su año de relación dio frutos. Ya no debía preocuparse por lo que dijeran, no debía estar intranquila por volver a trabajar, su única preocupación era su vestimenta, su belleza y que tanto podía gastar. Antes de salir de la habitación se percató de la carta, la tomó analizándola, le dio una pequeña ojeada, sin darse cuenta que la termino de leer. Su amante reconoció algunas palabras, pero por la expresión de su amado presentía que las cosas no estaban bien. Sin despedirse busco a su esposa, ella estaba con su consejero en la oficina, ambos con trabajo sobre la mesa. Cuando Bennett llegó, basto con un gesto para que el consejero se marchara. Él observó y con la autorización de su emperatriz abandono la habitación. Se levantó de su asiento con ansiedad, esperaba que sus pablaras hubieran dado con el razonamiento de su esposo. —¿Es importante para ti? —Para el imperio más que nada. Bennett la abrazo besándola en la mejilla, sobo su espalda acariciando su cabello. —Bien, si sabes cómo llevarla de tal manera que ambos tengamos un beneficio, lo haré —Me alegra que haya tomado en cuenta mis palabras, su majestad; permita que todo esto se realice con sabiduría —se apartó un poco de él —Lo haré, porque me lo pides —sus ojos brillaron y había una pequeña chispa de cariño, en su actuar podía sentir el afecto que le tenía —Gracias, por aceptar mi solicitud —Sonrío _______________________________________________________________________ Tenía la segunda reunión con los emperadores, y esperaba que el inconveniente del día anterior quedara en el olvido. Lleva puesto un traje violeta oscuro, con bordados violeta claro, un chaleco del mismo color de sus pantalones, negro, le gustaba usar joyas y utilizo un arete dorado. Su broche lo había guardado. Su cabello lo dejó de lado. Salió junto con Marcus, y, para su sorpresa llamó la atención de las muchachas que trabajaban en el palacio. En el salón, cada uno se sentó y empezaron con la reunión. Se les fueron entregados formatos en los que estaban los reinos de sus alianzas, todos los conocían y para su sorpresa había dos con los que estaban próximos a negociaciones. «Había escuchado que uno de los imperios saldría de la alianza que tenían con Melione, y buscaban protección de parte de mi reino. Aún no sé por qué la decisión de los reyes, pero dudo encontrarla con ellos» —Nuestro imperio está conformado por reinos los cuales tengo entendido que usted tiene una gran relación—comentó Bennett, para después beber un poco de agua en una copa —Es una fortuna, su majestad ambos tenemos puntos a favor los cuales contribuyen con el establecimiento de una alianza, para que pelear cuando podemos tener el respeto de los más débiles —con una mirada calculadora y sus manos apoyadas en el escritorio El poder para Bennett era fundamental, y estaba en una época dorada manejado Melione, no se podía permitir errores o debilitarse. Una vez hubo una guerra entre especies, en la cual Melione como reino fallo, el dolor fue tal que causo sentimientos divididos entre ambos monarcas; sin embargo, tenían un plan un haz bajo la manga que en cuestión de días o meses acabaría. Bennett quería el Imperio De La Bestias, deseaba su Magna Adrián quería de vuelta la sangre que se derramo ese trágico día Alysa deseaba conocimiento. La guerra fallida, fue borrada de la historia de Melione, pero marcada en la memoria de las Bestias.






