CAPÍTULO 16. No nos vamos a ir a ningún lado

Stefano sintió que el alma volvía a su cuerpo cuando esa mañana por fin las enfermeras retiraron el kit de aislamiento de Fiorella y Stefano pudo abrazarla. Los análisis de la niña habían salido muy bien, se estaba recuperando, aunque definitivamente tendría que vivir con aquella enfermedad toda la vida.

—¿Cómo podemos pagarte esto? —preguntó Helena cuando el ruso le dijo que prepararía las dosis de Fiorella para los siguientes seis meses.

—No es necesario, lo saben. Lo único importante es que la nena esté bien —respondió Kiryan dándole algunas indicaciones—. Prepararemos las dosis en contenedores similares a los de insulina, ella misma tiene que aprender a ponérselos. Continuaremos cada seis horas por el próximo mes y volveremos a hacer estudios. Dependiendo de cómo salgan, decidiremos si alargamos el espacio entre inyecciones a ocho horas. ¿De acuerdo?

Helena asintió emocionada y Marco hasta lo abrazó.

—¿Y cuándo vamos a poder ver a Bells? —preguntó este—. También queremos agradecer
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