CAPÍTULO 15. ¡Que sea lo que Dios quiera!

Incluso antes de llegar ya Kiryan le había mandado el código para que pudiera subirse al ascensor, así que Stefano no lo dudó ni un segundo antes de dirigirse a aquel piso fantasma de los Laboratorios Zeynek. Seguía viéndose como el mismo cuento de hadas de siempre, solo que más oscuro, porque las persianas de todo el piso estaban echadas. Allá en el fondo apenas estaba encendida una luz en la cocina y las de un par de los pequeños laboratorios que tenían ahí.

Lo bueno de que no hubiera ni una sola pared, fue que a Stefano no le tomó nada ubicarla, estaba sentada en la mesa del comedor, mirando atentamente a una pastilla junto a un vaso de agua. Stefano se fijó en que estaba pálida y ojerosa y parecía muy cansada.

—¿Te la vas a tomar o necesitas ayuda para eso? —preguntó y Bells se sobresaltó al escuchar su voz.

—¡Stefano...! ¿Qué...? ¿Qué haces aquí? —preguntó ella, pero él ya se estaba acercando a la mesa para sentarse en una silla a su lado.

—Vine a verte —murmuró Stefano tomando s
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