Me dije a mí misma que no debía ilusionarme demasiado, que no perdiera la cabeza ante el hecho de que no pudiera tener hijos, que no enloqueciera si nada era claro y todo podía pasar.
Pero, en mi mente, seguían rondando las palabras que Bruno me había dicho noches atrás, cuando exterioricé el miedo que sentía de no poder ser madre.
«Hay muchos niños en busca de amor, protección y una familia que les brinden lo mejor. Siempre podrás ser madre, mi amor, así que no tienes por qué sentir miedo, después de todo, amar a quien no lleva tu sangre es una muestra palpable de que estás hecha para ser una madre maravillosa».
Siempre tenía las mejores palabras para mí, no solo para dejarme muda, sino para calmar mis más profundos miedos. Él tenía tanta razón, y es que mi vida no se iba a detener si yo no podía tener un hijo, no cuando había cientos de niños esperando un hogar, una bonita y hermosa familia.
Adoptar también hacia parte de tener una familia y ser los mejores padres que un inocente pu