—¿Le hiciste algo a Sean, Adam?
Mis palabras estaban impregnadas de temor y desconfianza. Pero Adam no mostró el menor atisbo de sentirse culpable por nada; su semblante se siguió rígido y sus dedos se mantuvieron aferrados a mi brazo.
—Hannah, solo quiero oír una cosa de ti. Quiero saber la verdadera conexión entre ese hombre y tú, ¿es pedir demasiado?
Tiré de mi brazo y lo liberé de su mano, para luego retroceder unos cuantos pasos.
—Ya oíste la verdad, ¿no? ¿Qué más quieres de mí? Fui sincera contigo, ¿no es suficiente? Te revelé esa vida que tan dolorosa me resulta y la conexión que tanto aborrezco con ese tipo, ¿pero no me crees?
Se me aproximó en dos zancadas largas y precisas, y siseó en mi cara:
—De estar en mi lugar, ¿creerías algo como eso? —inquirió entre dientes, claramente disgustado—. Solo quiero oír una historia más creíble, Hannah.
Aún me parecía absurdo que Adam dudase de mi palabra de esa manera, creyendo que inventaba que Ángel era mi padrastro para no confesar un a