Mateo pensó que Diego estaba perdido. Después de colgar, llamó a Camila.
—Diego está fuera de sí. Si no viene, no importa, nosotros te daremos la bienvenida. Pero dijo que él pagará la cuenta.
—Lo más importante es que él venga. Yo planeo quedarme aquí en el país, y si no me da la bienvenida cuando regrese, no sé qué dirán los demás. —Camila apretó los dientes, esforzándose por esbozar una sonrisa.
—No te preocupes por lo que digan los demás. Te lo digo en serio, Diego tiene algo que hacer mañana y no podrá venir. ¿Qué tal si cambiamos la fecha?
—¿Sabes qué tiene que hacer? —preguntó Camila.
—Supongo que tiene que ver con Irene, pero no estoy seguro de los detalles. Lo que sé es que Diego está persiguiéndola con mucha intensidad.
Camila se quedó en silencio. Mateo continuó.
—Camila, también es culpa tuya por no haber regresado en todos estos años. Si hubieras vuelto antes, no tendrías que preocuparte por Irene.
—Está bien, lo entiendo. Si no puede ser mañana, lo haremos otro día. —Cami