Félix no dijo nada, solo asintió con su carita seria.
¡Diego estaba furioso! Claro, Bella seguía siendo tan molesta como siempre. Ese pequeño, al igual que su padre, resultaba incómodo de ver.
No entendía por qué, aunque Irene lo odiara, tendría que buscarse a un extranjero. ¿En qué era Sam mejor que él?
Diego se sentía celoso, pero al mismo tiempo preocupado por su seguridad. La última vez que vio las noticias, se topó con un nuevo engaño de trata de personas. Aunque no quería admitirlo, Félix era realmente un niño atractivo.
Definitivamente no admitiría que eso era por los genes de Sam; era por la belleza de Irene. Y esos ojos azules... simplemente no podía soportarlos.
Bella eligió otro restaurante y rápidamente le envió un mensaje a Irene. Mientras tanto, Diego, que estaba esperando afuera, recibió una llamada de Irene.
—¡Ire! —Se alegró y contestó de inmediato.
—¿Señor Martínez, realmente tienes tanto tiempo libre? ¿No trabajas? ¿No te importa tu empresa? —dijo Irene con voz fría.