Se suponía que los tres irían juntos, pero el instituto llamó de repente a Irene para que fuera.
La carita de Félix se notó desanimada. Irene salió apresurada, y Bella le preguntó:
—¿No te parece bien que te lleve yo? ¿No te gusta tu madrina?
—Sí me gusta la madrina. —respondió Feli—. También quiero estar con mamita.
—Esta vez vamos a familiarizarnos, a ver qué cosas son divertidas, y la próxima vez podemos traer a mamita, ¿te parece?
—¡Está bien!
Ahora Félix tenía algo que hacer. Se comportó como un pequeño mayordomo preocupado, discutiendo después con Bella sobre los pros y contras de cada atracción.
Sin embargo, era muy pequeño y no había muchas cosas que pudiera disfrutar. Aun así, jugaron con todo lo que pudieron y se divirtieron bastante.
Bella tenía una personalidad ardiente, como una bola de fuego. A pesar de que Félix solía mostrar una expresión seria frente a los demás, ante ella se iluminaba con una sonrisa infantil.
Después de un rato, se sintieron cansados y encontraron un