La mujer terminó sacudiendo la cabeza para poder aterrizar otra vez al presente y dejar de pensar demasiado. Empujó la puerta ligeramente y ambos posaron su atención sobre ella.
—Liam, cielito, puedes volver a casa con las otras el día de hoy. Solo tenemos que seguir las recomendaciones del doctor, ser precavidos, tener la medicación a la mano por si acaso y evitar otra vez una situación como esta.
Él asintió, y Maximilian supo que debía decirle algo, pero alguien más se adelantó.
—Mamá. Soy alérgico como mi padre.
Amelia se quedó sorprendida y atónita por momentos. Luego de procesar todo, comprendió que su hijo había heredado la alergia de su padre.
—Maximilian, no sabía que también eres alérgico a las fresas. De hecho, nunca me lo llegaste a comentar. Supongo que nunca surgió el momento. Ahora entiendo la razón por la que nuestro hijo también es alérgico a las fresas.
—Sí, es cierto que nunca te lo comenté. Vayamos a casa, mi auto está afuera.
Ella asintió. Se encarg