Desde que Amelia había llegado a casa, no salió de la habitación, ni siquiera tomó la cena. Laura se estaba preocupando demasiado al ver que se había ausentado de cenar junto a los niños, por eso no estaba segura si comentárselo a Maximilian en cuanto llegara a casa. No quería preocuparlo, pero sabía que debía ponerlo al tanto de la situación.
Aunque sentía que tal vez Amelia solo quiso quedarse en su habitación y descansar sin recibir ningún tipo de molestias. Al final, Laura estaba indecisa y cuando los niños se durmieron y apareció Maximilian en casa, tras un largo día de trabajo, Laura se sintió oprimida por el impulso y la necesidad de comentarle lo que estaba pasando.
—Laura, pensé que estarías durmiendo —dijo él, su voz cansada pero amable—. No me digas que te has quedado otra vez hasta tarde encargándote de las labores del hogar. Deberías ir y descansar.
La mujer se mordió el labio inferior, un poco nerviosa. Finalmente se acercó a él.