El día en que Sofía Morgan se enteró de su embarazo, entró en pánico. Literalmente, su corazón comenzó a palpitar de una manera acelerada, al tiempo en que la sudoración de su cuerpo aumentaba, al igual que los espasmos.
Se dejó caer en la silla de su escritorio, reparando su entorno. Llevaba tan solo dos meses ocupando ese puesto, un puesto por el que se habían quemado las pestañas prácticamente desde que aprendió a balbucear y caminar.
Sus padres habían sido muy exigentes con respecto a su educación, así que no había conocido otra cosa que las cuatro paredes de su habitación y los libros que siempre le compraban. Debía de leer uno casi a diario y aprendió a memorizarlos a muy corta edad.
Mientras los otros chicos de su edad estaban cursando su educación básica, ella estaba ingresando a la educación secundaria y así sucesivamente, siempre la encontraban demasiado avanzada para los diferentes grados, ¿y cómo no? Si nunca supo lo que era jugar o divertirse.
Pero ahora estaba en medi