Cuando Alicia vio la mirada enloquecida de Nicolás, supo que la máscara de inocencia que tenía desde hacía años se había terminado de desprender.
Su amigo de infancia la estaba viendo tal cual era: manipuladora y mala.
Así que no tenía caso seguir guardando las apariencias cuando todo era tan obvio.
Sabía que el momento de las verdades estaba cerca desde que la enfrentó hacía un par de días. Ahora simplemente él venía a confirmar algo que ya sabía, pero que necesitaba escuchar de sus propios labios.
—No me arrepiento de nada —le dijo con valentía cuando abrió la puerta, permitiendo que ingresara al departamento.
Recién acababa de tocar la puerta y ella la había abierto como si lo hubiera estado esperando durante horas.
—¿Así que no piensas ni siquiera negarlo? —la encaró con decepción y rabia, mientras negaba con la cabeza, como si no pudiera terminar de procesar lo que había hecho.
—No tiene caso —se encogió de hombros con indiferencia—. Por tu cara sé que descubriste toda la v