Nicolás no había dejado de pensar en la conversación que había mantenido con Regina, donde le había contado sobre el atentado en el spa y la manipulación del video de seguridad, que debería mostrar detalladamente la caída.
Sin perder tiempo, se presentó en la comisaría para conocer los avances de la investigación.
—Vengo a preguntar por el caso de Regina Stirling, una denuncia por intento de homicidio en un spa hace unas semanas —preguntó al oficial.
El hombre consultó en su sistema con una lentitud exasperante.
—¿Y? —indagó al ver que ya había pasado mucho tiempo en silencio.
—Ah, sí. La señora Stirling —musitó, como si pronto hubiera olvidado lo antes solicitado—. Ya hicimos la investigación correspondiente. El caso está cerrado. No hay nada sospechoso.
Inmediatamente, sintió cómo su sangre comenzaba a hervir ante la indiferencia del oficial, y la ligereza con la que despachaba un intento de asesinato.
—¿Cómo que no encontraron nada? —espetó, subiendo el tono—. ¡Cómo que nada sosp