Ismael cerró los ojos por un breve instante, consciente de que ya no podía seguir ocultando la verdad por más tiempo. Con una mezcla de resignación la volvió a mirar. Su mirada esta vez demostraba que estaba dispuesto a compartir esa parte tormentosa de su pasado.
—Sí —comenzó con un ligero temblor en la voz, dando la impresión de que era un tema que le afectaba bastante—. Sí, ella fue mi novia. En la universidad. Su nombre era Zara.
Regina jadeó, sorprendida. Comprendió entonces que la persona estaba muerta. Ahora, de alguna manera, se sentía imprudente al tocar el tema, pero ya no podía hacer nada para evitarlo. Necesitaba saber más. Conocer la historia completa.
—Era… era mi todo —el puño del hombre se cerró con fuerza. Frustrado, abatido. Era como si múltiples emociones contradictorias lo embargaran y no supiera a cuál enfrentarse, a cuál dejar que lo dominara—. Nos conocimos en el primer año de medicina. Teníamos tantos planes, tantos sueños.
Hizo una pausa, su mirada perdida