—¿Qué demonios les pasa?
Ismael le arrebató el teléfono a uno de los enfermeros y entonces observó la imagen de William besándose con otro hombre.
—Han cambiado a la ex directora por nada menos que un hombre —se burló alguien en medio de una carcajada.
—¿Y eso a ti en qué te incumbe? —le preguntó con rabia, lanzándole el teléfono—. ¿Acaso les pagan por estar perdiendo el tiempo en los pasillos o es que quieren que los reporte?
—No, Dr. Hill. Por supuesto que no. Pero… ¿No le alegra? —le preguntó como si debiera de alegrarse por alguna extraña razón.
—¿Por qué habría de alegrarme?
—No es un secreto para nadie lo que pasó entre ustedes —siguió la persona—. Y tampoco es un secreto que te ocultó a tu hijo. ¿No te parece que esta es una buena cuota de karma?
—No, no me parece —gruñó exasperado por las idioteces que estaban diciendo—. Y si no quieren perder sus empleos, lo mejor será que regresen a sus labores.
El grupo se dispersó rápidamente debido a la amenaza e Ismael aprovechó para e