—¿Cómo está por allí fuera?

—Tranquilo, pero tu acosadora sigue buscándote.

—Dios.

—Es que eres irresistible… —solté con tono jocoso.

—¿Estás de cachondeo?

—A ver, no es culpa suya. ¿Has visto cómo han envejecido nuestros compañeros?

—Así que las excusas.

—No, pero no me extraña. Eres el mejor partido de ahí fuera.

—Y contigo funciona. —Dijo acercándose, pero había cambiado el tono. Me tomó de la cinturilla del vestido y me acerqué a él. Se me cortó la respiración. Y se quedó a escasos centímetros de mi cara. Mis ojos se encontraron con los suyos, con esos ojos de color azul vivo que me tenían loca. En ese momento fui yo la que le besó. Me cogió fuerte, con firmeza, pero con ternura. Sentí que el tiempo se paraba durante un minuto. Y allí lo sentí. Una explosión en la boca, en el estómago, que creo que no había sentido en mi vida.

—Ahora voy a ser yo una de tus acosadoras.

—A lo mejor dejo que me acoses. —Y volvió a besarme.

—¿Mejor que el de la fiesta de Susana Carbajal?

—Mucho mejor