Días después
Harding se había salido con la suya. Había ido por mí cada día a la casa de los Stewart, para que escogiera con él, la comida que se serviría y toda la decoración e incluso, donde seria la luna de miel. Básicamente, estaba organizando de la boda de mis sueños, con el hombre que amaba, pero recordándome constantemente que lo estaba haciendo por mi hermana. Esa que se escapaba a medianoche con un chico diferente para “liberarse” y sus padres, ni siquiera le daban importancia. Respiro profundo, mientras termino de escoger la champaña y los últimos detalles de la boda. Ahora, lo único que faltaba, era el vestido de novia, la única cosa que no necesitaba hacer por mi hermana, era el vestido. Porque según mi madre, eso sí era mal augurio si alguien más se lo colocaba. Por eso, terminaba los detalles que faltaban, para por fin, marcharme de tanto ambiente matrimonial, siendo una soltera eterna. Que golpe bajo para una chica soltera — digo decepcionada. — Creo que con esto hemos terminado. — dice la organizadora del evento. — Bueno, ya puedo marcharme. — digo tomando mi chaqueta para poder irme. — Señorita Stewart, lamento decirle que el señor Lennox dijo que apenas terminará aquí, se fuera a la boutique: novia radiante. — Esto debe ser una broma. Dijeron que no podía medirme el vestido. Así que, ¿por qué debo ir hasta allá? — Bueno, solo podemos dar el mensaje. Preguntar el motivo está fuera de mi alcance. — comenta la mujer y yo asiento. — Entonces, debo ir. — Ya deben estar esperándola — dice la mujer y yo suspiro profundo. — Entiendo. — murmuro para después marcharme hasta la parte externa de la tienda, donde ya me esperan los guardaespaldas. En silencio, me llevan hasta la tienda donde el llanto de mi hermana se hace escuchar, causando que trague duro. Hoy va a ser un día difícil. Porque a diferencia de tener que complacer a los Stewart, tendré que escuchar los berrinches de Marisa — digo mentalmente, mientras toda la boutique. — Buenas tardes — saludo, pero, mis padres y Marisa, ignoran mi saludo, mientras persiguen a mi hermana que se queja porque nada le sale como ella quiere. — Odio esto. Este no es el vestido que quiero. — se queja Marisa y es Harding quien golpea la mesa con fuerza. — ¡¿Por qué no está el vestido que ella desea?! ¡Se supone que son lo mejor de lo mejor! ¡Entonces, ¿Por qué estamos pasando por esto?! — grita Harding haciendo que todos tiemblen atemorizados. Se supone que un hombre de negocios de su edad, no aceptaría berrinches de una chica que apenas ha cumplido veinte años. Pero, ella no es una chica que se amedrenta o recibe regaños de alguien y Harding, no va a ser el primero. — Señor… — ¡Quiero que me den el mejor vestido! ¡No quiero tonterías, lo que deseo es que ella parezca un hada y ella se sienta así! — grita Harding mientras mi madre, abraza a su hija desesperada. La tarde pasa rápido y es hasta la medianoche, cuando Marisa sonríe satisfecha por un vestido que bien podría relacionarse a un árbol de navidad. Pero, era lo que quería Marisa y si lo quería, estaba bien. Apenas he podido llegar a casa, cuando las quejas de Marisa hacen que nuestros padres, le hagan masajes y a esa hora, le preparen sus aperitivos favoritos, mientras yo me acuesto sin comer, porque para mí, no hay tiempo de preparar comida y mucho menos, para que pueda cocinar. — Buenas noches, familia — murmuro y nadie me responde. Sonriendo con amargura, subo a mi habitación, una parte del ático que comparto con las cosas que compraron para Marisa y ya no quiere. Allí, en medio de la solitaria y fría habitación, analizo cuan patética es mi vida y como lo he permitido sin poder hacer algo al respecto. En silencio, dejo que las lágrimas fluyan, mientras renuncio a mi amor por alguien que nunca me ha visto para algo más que para ayudar a ser feliz a su desde mañana, esposa. Al poco tiempo de llorar, alguien golpea la ventana del ático y sabiendo quien es, me acerco a la misma donde encuentro a Hunter. Con un saludo con la mano, mientras me sonríe, limpio mis mejillas y bajo por la puerta delantera al estar la trasera, ocupada con mis padres cocinando para mi hermana. En extremo silencio, salgo de la casa que para mí, resulta asfixiante, pero es lo único que tengo relacionado a una familia. — ¿Qué tal tu día, ternura? — pregunta Hunter y yo suspiro profundo.. — Bueno, sabes lo que pasa en mi día a día. — El cual se resume en complacer a los Stewart. — Así es. — Mañana va a terminar. Tu hermana no estará en casa y podrás respirar un poco. — ¿Crees que será eso posible? — Claro que sí. Ya ella no estará aquí. — Pero, quedan mis padres, Hunter. — Ellos estarán pendientes de su hija. Tendrán muchas cosas que hacer por ver feliz a su hija o cualquier otra tontería. Así que, deja de pensar negativamente y agradece que se va. — No me gustan los cambios. — ¿Aunque sean para bien? Porque si Marisa se marcha, es algo bueno. — No estoy acostumbrada a esta novedad y quizás, eso me complique un poco las cosas. Porque, ahora estoy acostumbrada a como es la vida con todos aquí. Pero, si relación se va, no sé si mis padres consigan una forma de distraerse o quieran seguir a su hija o si ellos van a encontrar distracción, tratándome mal. — Ten fe. Las cosas no van a salir mal. El matrimonio de tu hermana quizás pueda ser la felicidad de ella y la tuya. — ¿Hablas en serio? — pregunto subiéndome al árbol donde por años Hunter y yo nos hemos reunidos. — Bueno, lo decía por… — Hunter suspira profundo — ¿Por qué te gusta un demonio como él, Miley. Eres demasiado buena para él. Así que, no entiendo porque te gusta alguien que solo ama ser temido. — También ama complacer a Marisa. — Porque es un idiota —dice Hunter molesto y yo respiro profundo. — Seria bueno ver que digas eso delante de él. — digo sonriendo al ver la cara pálida de mi amigo. — Bueno, eso… — Esta bien, lo comprendo. Solo lo dices para desahogarte y no necesitas provocar tu muerte al decir algo tan innecesario.— murmuro y él asiente. — Bueno, tienes razón. Es innecesario decir algo que provocaría mi muerte y menos su es provocada por el demonio Lennox — No le digas así —le pido. — Lo siento, la fan número uno del demonio no tolera que llamen así a su amor platónico. — susurra mi mejor amigo y yo lo golpeó con mi codo, mientras observo la casa donde no siento algún hogar para mí — No hablemos de él. No cuando esta a pocas horas de ser el esposo de mi hermana — murmuro y es cuando sale Marisa y se sube a una moto, mientras mis padres la despiden. — Sinceramente, el amor de ellos es demasiado tonto. — Creen que hacen un bien para su hija. — digo encogiéndome de hombros. — La dejan ir a pasar su despedida de soltera con un encuentro exclusivo. Es su último escape antes de ser la prisionera de Harding Lennox. — No creo que la mantenga en prisión. — Eventualmente lo hará. Marisa necesita respetar a su esposo y no lo hará por su gusto. — No hablemos de eso. Es un matrimonio que aún no ha empezado. — Pero esta destinado al fracaso. Yo lo sé y tú lo sabes.— dice Hunter y yo suspiro profundo. — No hablemos de esas cosas, no quiero que alguien nos escuche y si algo pasa mañana, digan que fue porque le lanzamos una maldición o algo así. — digo y Hunter ríe ante mis palabras. — Es imposible que seamos brujos, Miley. Porque si así fuera, nosotros seríamos muy felices. — Ser brujos nos daría un poder que no estoy interesada en lo más mínimo de tener. — ¿Por qué no? Tendrías la oportunidad de hacer pagar a los que te han dañado o que quien te guste se fije solo en ti. — No quiero ello. Confío en que la justifica divina existe y que Dios les dará una lección a quienes dañan a otros. — Tu Dios esta muy ocupado para castigar a los malos. — Bueno, entonces estará Lucifer — Para eso debes esperar a que mueran, según tu religión. Así que, sería bueno adelantar el proceso siendo brujos. — dice Hunter emocionado y yo lo pienso por varios segundos hasta que me regaño. Recuerda Miley, no debes esperar que a tu hermana o al resto de tu familia, le vaya mal. Esa no eres tú — me recuerdo mentalmente. — No pienses locuras. No quiero un amor obtenido por un embrujo y mucho menos usar justicia por mis propias manos. Eso me ensuciaría las mismas y por ende, me volvería de su clase: sucio y despiadado. Mejor se lo dejo todo a Dios. Que Él decida el camino de cada quien y como será este lleno de recompensas, castigos o un poco de ambos. — Eres un caso perdido, Miley. Tu Dios te sigue decepcionando y tú sigues como tonta confiando en Él. — dice Hunter mostrando cuan ateo puede ser una persona.