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Capítulo 4: Ordenar

Nos marchamos hasta la joyería donde ya lo esperan con champaña y una habitación exclusiva que bien podría tomarse como caja fuerte. Ya que, para entrar, necesitan el acceso de dos personas con sus respectivas tarjetas.

Allí, sentada en un sofá tan fino como el lugar en sí, miramos las fotografías de los anillos más costosos de la joyería. En el lugar, selecciono con Harding, los mejores anillos que el encargado del lugar, fue a buscar con varios escoltas, mientras Harding analiza si dichos modelos están a la altura de la prometida.

— ¿Va a gustarle? Porque creo que no tiene suficiente diamantes. — comenta Harding. 

— Eso en parte es bueno, si alguien sabe de anillos, podría hacerle daño a ella por robarle — murmuro y Harding sonríe.

— Jamás se atreverían a hacerle daño. Además de tener guardaespaldas en todo momento, nadie en el país se atrevería a dañar algo que es preciado para mí — dice serio y yo asiento.

—  Que tonta he sido. Se me olvidaba, quien es mi cuñado y como es intocable. 

— Después de esto, sería bueno que me ayudaras con los demás preparativos de la boda. 

— ¿Cuándo será la boda?

— En una semana — dice y yo casi me atragantó con mi saliva.

— ¿Qué has dicho?

— En una semana.

— ¿Por qué tan pronto?

— Eso mismo dijo Marisa. Pero, ¿para que alargar algo que ambos deseamos? Hay gente que se encargará de todo. Por lo que, ¿para que voy a esperar tanto tiempo? 

Una semana y ya no volverás a tener la oportunidad de tenerlo conmigo — digo mentalmente.

¿Alguna vez tuviste una oportunidad? No seas ilusa, Miley, aunque no se casara, es un imposible para ti. — me responde mi mente y yo suspiro decepcionada al saber que es verdad. 

— Si ya tienes gente, ¿por qué me pides ayuda?

— Para que escojas en representación de Marisa. Ella está agotada. Así que, podrías hacer las cosas aburridas, pensando en sus gustos y así, ella tendrá su boda soñada en manos de una increíble experta, sin ir a aburridas reuniones.

— Pero, tú si vas a ir a esas reuniones.

— Claro que sí, es mi boda, quiero ser parte de cada decisión que se tome — responde orgulloso y yo deseo golpearme la cabeza por cuan idiota puede ser una persona enamorada.

¿Para que mirarlo a él, si yo soy así de idiota? Aun me estoy muriendo por él, cuando para él, solo soy el reemplazo de mi hermana. Ese que hace todo lo que a ella le desagrada. 

— No creo que le agraden mis decisiones. 

— Dijo que quiere una boda parecida a su cumpleaños número quince. Quiere todo decorado en azul claro y blanco. Las flores, del mismo color y el ramo, con un lazo que lleve un encaje igual al vestido de novia en el video de….

— Demi Lovato en su canción de Tell me you love me.

— Exactamente. ¿Lo ves? Sabes sus gustos, así que, podrías escoger su vestido de novia y ella lo amaría. — dice Harding mientras yo siento que la punzada de dolor en mi pecho, me esta haciendo sangrar sin que él lo note.

Ha escogido las cosas de mi boda soñada. Así como lo hizo con su fiesta de quince años y todo lo que me importa. 

— ¿Crees que a Marisa le agrade esta idea? 

— Ella dijo que no había problema con eso. Incluso, ella me convenció de hacer esto y que eso no iba a ser mal augurio para nuestra boda. 

>> Después de todo, no eres una mujer que me llame la atención para cambiarla por ti y tú no estas enamorada de tu cuñado para suplicar que me vaya contigo, en los preparativos de mi boda con tu hermana.

— Tienes razón, es imposible que tú me veas como una mujer.

— Eres una mujer, Marly. 

— Pero no desde esa perspectiva, así que, no hay peligro alguno. — respondo tratando mi dolor.

— Bueno, creo que si voy a ayudarte, solo podría hacerlo hoy. Mañana debo trabajar y no quiero retrasar las grabaciones de la serie. — comento y él me sonríe para después mirarme fijamente.

— ¿No lo has entendido? No te lo estoy preguntando Maleja. 

Respiro profundo varias veces y lo enfrento.

— Se supone que estoy haciendo un favor. Pero, estoy sintiendo que me estas amenazando. Sin comentar que aún hablándome con amabilidad, sigues sin pedirme el favor a mí. Ya que, yo no me llamo ni Maleja, ni María, ni nada que se le parezca. 

— Haber…

— No, Harding. No es agradable que me llames por cualquier nombre que no sea el mío. 

— Eso no importa. Además, no me estas haciendo un favor a mí, sino, a tu hermana. 

— No quiero hacerlo, Harding y sí, esta bien que apoyes a tu prometida en la que quiere o no hacer, pero, no está bien que yo tenga que hacer lo que ella no quiere.

— ¿Por qué eres tan egoísta? Solo es un pequeño favor a tu hermana — dice molesto.

— ¿Por qué siempre que es algo que ella necesita, debo ceder o soy mala persona? 

— Mira, chica…

— No, Harding. Te conozco hace años y nunca te he ordenado algo.

— Porque no puedes hacerlo 

Bueno, tiene un punto — digo mentalmente.

— Y aunque pudiera, primero te preguntaría como te sientes al respecto. Entonces, Harding, ni usted ni mi hermana, en algún momento me han hablado sobre lo que me incómoda o no y yo, no debo simplemente hacer lo que otros quieren que hagan, mientras ignoro como me siento. 

— Entonces, es verdad que estas enamorada de mí.

— ¿Qué dices? — pregunto sorprendida.

— Lo que has escuchado. A mis oídos han llegado muchos rumores y entre esos, que estas perdidamente enamorada de mí. Le pregunté al respecto a Marisa cuando me dijo que me ayudaras en la boda y dijo que era mentira y que confiaba plenamente en ti. Así que, dime, como te llames, ¿vas a defraudar así a tu hermana?

Intento procesar lo que me ha dicho y sonrió ante sus palabras.

— No lo puedo creer. Hablo sobre lo que deseo o no hacer y termino siendo atacada. — murmuro sorprendida.

— ¿Cómo quieres que apruebe tu actitud?

— ¿Necesito que apruebes mi actitud? — pregunto molesta. 

— Aunque no lo creas, sí. Tu familia está en mis manos y tanto tus padres como tú, deben complacerme. — dice Harding con frialdad. 

— Entonces, la venta es real. Ahora eres amo y señor de los Stewart y yo aunque soy una chica adoptiva, debo pagar el precio de la compra — murmuro y él asiente.

— Así es, por lo que, no te he estado pidiendo el favor, sino, ordenándolo. Ahora, dime si debo olvidarme que eres la hermana querida de mi prometida y tratarte como trato a lo demás — dime Harding y yo suspiro profundo.

— Esta bien, Harding. Haré lo que ustedes quieran porque mi vida consiste en aceptar todo lo que deseen. — digo cabizbaja y él asiente satisfecho.

— Así debiste hablar desde el inicio. — dice Harding sonriente, mientras yo me siento peor. 

¿Por qué lo intentas Miley? No tienes derecho siquiera a eso. No puedes decir no a ninguna de las peticiones de Harding o alguien de los Stewart. No gastes energía en algo que tienes prohibido. — me digo mentalmente, mientras con disimulo, limpio las lágrimas apunto de caer por mis mejillas. 

Al poco tiempo, el encargado trae los anillos y yo respiro profundo para seleccionar los anillos para mí hermana y su prometido. Ese que aún sabiendo que lo amo, me pide que lo acompañe a esto. 

— ¿Crees que sea el anillo que le guste a tu hermana? — pregunta observando fijamente el anillo. 

— Sí, tiene más perlas que el otro y el peso es mayor por tener más oro que el anterior. Por lo que, vale un poco más que el anillo que le dio como compromiso. Además, el diamante en la parte superior, tiene forma de flor, una que, sin duda, va a gustarle, más si sabe el significado de esta.

— ¿Cuál es el significado? — pregunta Harding y yo suspiro profundo al repetir las palabras del joyero que nos la presento primeramente en diapositivas. 

— Amor eterno — susurro y Harding sonríe mostrando sus hoyuelos.

— Eso es justo lo que quiero con mi chica: amor eterno. — susurra y yo asiento tratando duro, mientras imploro que el dolor en mi pecho, no se note. 

Pero, Harding Lennox está tan entretenido en los anillos que le dará a su esposa que ignora su acompañante y se acerca al joyero dándole indicaciones de las inscripciones que, en el interior del anillo, deben tener. 

A mi alrededor, busco algún ácido para rociar en mis ojos y no ver cuan enamorado se ve Harding de mi esposa. Así, ese dolor concentrado en mi pecho, podría ser ignorado por el dolor de perder la vista.

Solo espero que estas escenas de amor eterno, pasen rápido y que lo que tengamos que escoger juntos, no requiera de tanta dulzura o podría amargar mi esencia con tanta dulzura en el hombre que en silencio amo. 

— Vamos, Misey. Tenemos muchas cosas que comprar — dice Harding sin siquiera mirarme y yo suspiro profundo.

Estoy segura que ni haciendo todos los preparativos juntos, recordará mi nombre. 

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