El CEO de Pure Wealth Corporation lo único que busca es crear una familia para finalmente ser feliz, tener hijos por docenas, una esposa amable, fuerte y valiente. ¿El problema? Vive en un país con déficit de natalidad y nadie es compatible con él. Por eso, ingresa sus datos a su propio sistema de emparejamiento protegido por ley. Brake Black, nunca pierde la esperanza y menos cuando conoce a un desastre andante rosa chillón llamada Harper. Harper Meyers tiene una abejita que proteger: su hija Hannah, un solecito de felicidad. Y hará hasta lo imposible por huir de su novio violento y abusivo, Mark. Incluso si es significa limpiar baños en la empresa PWC, la empresa que alquila a mujeres como esposas. ¿Quién mujer en su sano juicio se alquilaría? Una completa locura ¿Verdad?
Leer más—Mi padre se puso furioso cuando le amenacé con lo que le haría si volvía a acosar a mi tía. Si se metía con la familia—murmuró al cabo—. Dijo que era gracioso que yo dijera eso, porque yo había sido la causa de su boda. Mamá, que había recurrido a mi tía para dejar a mi padre, tuvo que regresar con él porque quedó embarazada. Y mi tía no pudo hacer nada al respecto. Yo provoqué que mi madre terminara viviendo con ese malnacido. Su vida ha sido un calvario por mi culpa. Tuvo mucho sufrimiento y…—No, Brake—La mujer lo enfrentó con la mirada y se perdió en la profundidad de los ojos de su marido—. Tú sabes que eso es mentira. Sabes que no fuiste culpable.—Pero eso no cambia que, si yo no hubiera nacido, mamá jamás se habría casado con él. Y en cuanto mi padre la tuvo bajo su control, le destrozó la vida.Harper comprendía esos sentimientos aunque no compartiera su razonamiento. Pero el dolor y el remordimiento que lo atormentaban no podían ser aliviados con unas palabras vacías. Brake
El jurado se retiró a deliberar. Harper y Hannah se abrazaron con fuerza, esperando un milagro. La fiscal los miró con desprecio, segura de su victoria.Pasaron unos minutos que se hicieron eternos. El jurado volvió a la sala y se sentó en sus puestos. El juez les preguntó si habían llegado a un veredicto.El portavoz del jurado se levantó y dijo:—Sí, señoría. Hemos llegado a un veredicto.El juez le pidió que lo leyera.El portavoz del jurado dijo:—En el caso del señor Black, acusado de traición al Paraguay y de violar las obligaciones del contrato de matrimonio, el jurado lo declara...Antes de que pudiera terminar la frase, Hannah se soltó del abrazo de Harper y salió corriendo hacia el estrado. Se metió entre los jurados y se puso a llorar y a gritar:—¡No! ¡No se lleven a mi papá! ¡Él no es malo! ¡Él es bueno! ¡Él me quiere!Todos se quedaron sorprendidos por la irrupción de la niña. El juez le ordenó que volviera a su asiento, pero ella no le hizo caso. Siguió hablando:—Mi pa
Black se sentó, pero siguió mirando a la fiscal con odio.La fiscal continuó:—Señor Black, usted ha demostrado ser un traidor, un mentiroso y un irresponsable. Usted ha violado las leyes del gobierno de Paraguay y ha puesto en riesgo la seguridad nacional. Cómo aliado más antiguo del excelente gobierno del Paraguay, Dinamarca ordena la pena máxima. Usted no merece la compasión ni el perdón. La fiscal se dirigió al jurado.—Señoras y señores del jurado, les pido que hagan justicia. Les pido que declaren culpable al señor Black y que lo condenen a cadena perpetua.La fiscal se sentó y miró a Black con satisfacción.Black sintió un escalofrío. Sabía que sus posibilidades de salir libre eran nulas. Sabía que su vida estaba en juego. Pero lo único que le importaba era Harper y Hannah. Lo único que quería era abrazarlas y decirles que las amaba.El juez le preguntó a la defensa si tenía algo que decir.El abogado de Black, que a la vez es su mano derecha y su mejor amigo, se levantó y cam
—Así que se acabó lo de ustedes—comentó su madre.—¡No te equivoques! Aún tienes que cumplir tu parte. Exige que Brake reciba lo que le corresponde por las actrices de su empresa que quieren debutar en las grandes películas, y que Lontly se olvide de cobrar más. Y si haces eso, demostrarás que quieres intentar arreglar las cosas entre nosotras.Harper no iba a permitir que Brake Black fuera humillado ni explotado otra vez.— ¿Y vas a seguir con Black?—Sí, es mi marido, mamá. Y aunque me envíe el divorcio, no pienso firmarlo.Su madre esbozó una leve sonrisa.—Quizás sea lo mejor para todos, después de lo que él me reveló sobre ti.—¿Qué te reveló?Dorothea movió la cabeza.—Black me hizo prometer que no te lo diría. Y he decidido que ya no me voy a meter. Aunque…Harper soltó una carcajada nerviosa.—¿Aunque qué? Vamos, mamá, no seas cruel. ¿Ahora que por fin tienes algo que me interesa, vas a dejar de meterte?—Hay algo que te tengo que decir. He escuchado a dos hombres declararme s
Brake se recuperó rápidamente de la herida de bala, gracias a la intervención de los médicos y a la fuerza de su voluntad. Aunque estaba bajo custodia policial, le permitieron recibir visitas en el hospital. Harper y Hannah, la hija de Harper de seis años, que ya consideraba a Brake como un padre, iban a verlo todos los días.—Hola, papá —le dijo Hannah, abrazándolo con cariño.—Hola, princesa —le dijo Brake, besándole la cabeza.—¿Cómo estás hoy? —le preguntó Harper, sentándose a su lado.—Mejor, gracias. Ya casi no me duele.—Me alegro. Te hemos traído algo —le dijo Harper, sacando un dibujo que había hecho Hannah.—¿Qué es? —preguntó Brake, curioso.—Es nuestra familia —explicó Hannah, señalando el dibujo—. Estamos tú, y mamá, y yo, y el perro.—¿El perro? —repitió Brake, sorprendido.—Sí, el perro que vamos a tener cuando salgamos de aquí —dijo Hannah, con ilusión.Brake se rió, y le acarició el pelo.—Es un dibujo muy bonito, Hannah. Me encanta. Gracias.—De nada, papá. Te quiero
Brake sintió un escalofrío de terror y rabia que le recorrió el rostro, mientras el impulso de matar se desvanecía y el dolor de la bala le atravesaba hasta el estómago. Intentó incorporarse, pero la debilidad le venció y se desplomó en el sofá, con los puños crispados en el aire. La sangre manaba de su herida, empapando su camisa y dificultando la visión de Harper.Harper no soltó la pistola ni un segundo. Corrió a la cocina y cogió unos trapos limpios. Dejó el arma sobre la mesa del costado y le rasgó la camisa a su marido, sin importarle los botones que saltaban por los aires.—Harper —jadeó él, luchando por respirar—, ¿Mark te ha tocado? ¿Te…?—No te preocupes por mí—Harper apartó la sangre que manchaba su piel y reveló la herida, un agujero diminuto y perfecto. Sin embargo, no vio ningún rastro de la bala saliendo por el otro lado, lo que significaba que se había desviado al entrar y se había alojado en algún lugar de su vientre, dañando sus órganos vitales… Un nudo se le formó e
Último capítulo