El jurado se retiró a deliberar. Harper y Hannah se abrazaron con fuerza, esperando un milagro. La fiscal los miró con desprecio, segura de su victoria.
Pasaron unos minutos que se hicieron eternos. El jurado volvió a la sala y se sentó en sus puestos. El juez les preguntó si habían llegado a un veredicto.
El portavoz del jurado se levantó y dijo:
—Sí, señoría. Hemos llegado a un veredicto.
El juez le pidió que lo leyera.
El portavoz del jurado dijo:
—En el caso del señor Black, acusado de traición al Paraguay y de violar las obligaciones del contrato de matrimonio, el jurado lo declara...
Antes de que pudiera terminar la frase, Hannah se soltó del abrazo de Harper y salió corriendo hacia el estrado. Se metió entre los jurados y se puso a llorar y a gritar:
—¡No! ¡No se lleven a mi papá! ¡Él no es malo! ¡Él es bueno! ¡Él me quiere!
Todos se quedaron sorprendidos por la irrupción de la niña. El juez le ordenó que volviera a su asiento, pero ella no le hizo caso. Siguió hablando:
—Mi pa