Capítulo 8

Después de que el niño gritara de esa forma y se soltara de la mano del apuesto hombre, hubo una conmoción en general, ya que detrás de ellos, aparecieron unos hombres trajeados que venían directamente corriendo hacia Harper y su hija.

Por inercia agarró a su hija y la protegió con su cuerpo, mientras se agachaba sobre ella y los hombres la tironeaban de un lado a otro.

—¡Basta! ¡Sueltenme! ¡No hice nada!—chillaba mientras luchaba—. ¡Suelten a mi hija!

Su hija de repente comenzó a llorar y a ella le entró una rabia tan grande que le dio un codazo tan grande en la nariz a uno de los mastodontes que sujetaba a su abejita, que la soltó y maldijo mientras su nariz comenzaba a sangrar.

Su hija seguía llorando y los hombres no dejaban de tirar, Harper se preparaba para tirar más golpes, como toda una mamá leona incluso obviando todo el dolor que esas manos le estaban causando por las heridas en su espalda, hasta que oyó un rugido enorme que llenó prácticamente el vestíbulo e hizo que los ho
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