Las dos mujeres que estaban sentadas a la mesa se estaban riendo de lo que acababa de suceder. Si no podían evitar que Maia viniera a la fiesta, harían de todo para que se arrepintiera de estar allí.
—Mamá, ¿crees que eso ya es suficiente para que desaparezca de aquí?
—No sé cómo va a desaparecer, hija, pero sé que aquí no volverá, ya que no podrá salir de ese baño sin estar vestida con alguna cosa. —Louise soltó una carcajada.
—¿Dónde tiraste su vestido? —Lilian sonreía, queriendo saber todos los detalles.
—Vi un cesto de basura en el fondo del salón, cerca de donde algunos empleados están trabajando. Fue allí donde lo dejé.
—Qué pena, el vestido era hasta bonito, lo que no valía nada era quien lo llevaba puesto.
—Lilian, querida, a veces creo que te pareces demasiado amí. —Tocó la mano de la hija. —Ahora vamos a fingir que no pasó nada. Cuando Théo vuelva, finge que no sabes de nada.
—¿Y si pregunta por ella? —Preguntó preocupada.
—Si eso pasa, basta con que digamos que la vimos lev